En un reciente giro en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, el país asiático ha decidido imponer aranceles de represalia del 34%. Esta medida se suma a los aranceles récord previamente establecidos, así como a una serie de aranceles no monetarios, subsidios ilegales a empresas y una manipulación cambiaria sostenida a lo largo del tiempo. La decisión de China se produce a pesar de las advertencias emitidas por Estados Unidos sobre las posibles consecuencias de tales acciones.
El gobierno estadounidense ha señalado que cualquier país que implemente represalias a través de aranceles adicionales enfrentará respuestas inmediatas y contundentes. En este contexto, se ha establecido un ultimátum: si China no revierte su incremento del 34% y sus prácticas comerciales consideradas abusivas antes del 8 de abril de 2025, Estados Unidos procederá a imponer aranceles adicionales del 50% a partir del 9 de abril.
Asimismo, se ha anunciado que todas las conversaciones solicitadas por China serán canceladas, y las negociaciones con otros países que también han mostrado interés en dialogar comenzarán de inmediato. Esta situación refleja la creciente complejidad de las relaciones comerciales internacionales y la posibilidad de una escalada en las disputas arancelarias entre las dos economías más grandes del mundo.
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