Por: Yuri Guzmán
A pocos días de conmemorar el Día de las Madres, resulta pertinente reflexionar sobre la complejidad y diversidad que encierra la maternidad en nuestro país. La figura materna, símbolo de amor incondicional, protección y sacrificio, también refleja una realidad social que, en muchos aspectos, desafía los ideales tradicionales y revela retos que enfrentan millones de mexicanas en su día a día.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2020, en México hay aproximadamente 34 millones de mujeres que son madres, es decir, aquellas que tienen al menos un hijo. De ellas, cerca del 30% son madres solteras, una cifra que ha ido en aumento en las últimas décadas, reflejando cambios en las estructuras familiares y en las dinámicas sociales. La maternidad soltera, antes vista como una situación marginal, hoy representa una realidad común y, en muchos casos, necesaria para garantizar el bienestar y el desarrollo de los hijos.
Sin embargo, la maternidad en México no solo se asocia con el cuidado familiar y la crianza. En los últimos años, ha emergido una problemática que ha afectado profundamente a muchas madres: la desaparición de sus hijos. Según datos del Registro Nacional de Personas Ausentes, en 2022 se reportaron más de 109,000 casos de personas desaparecidas en el país, entre ellas, un porcentaje significativo corresponde a menores de edad. La angustia y el dolor de las madres que buscan a sus hijos desaparecidos han llevado a muchas a convertirse en madres buscadoras, un término que refleja su lucha constante por encontrar a sus hijos y obtener justicia.
Ser madre, en su esencia más profunda, significa una entrega incondicional y una responsabilidad que trasciende generaciones. Es un acto de amor que implica protección, formación y acompañamiento en la construcción de un futuro. Pero también es un rol que, en el contexto mexicano, se ve marcado por desafíos económicos, sociales y de seguridad. La violencia, la pobreza, la desigualdad y la impunidad afectan a muchas de estas mujeres, quienes, además de cuidar a sus hijos, enfrentan la incertidumbre de no saber si volverán a verlos.
Las madres buscadoras representan una arista desgarradora de esta realidad. Según datos de organizaciones civiles, en los últimos cinco años, la cifra de madres que participan activamente en la búsqueda de sus hijos desaparecidos ha crecido exponencialmente. Muchas de ellas recorren fosas clandestinas, comunidades rurales y zonas urbanas, impulsadas por la esperanza y la desesperación. La lucha de estas madres ha puesto en evidencia no solo la magnitud del problema, sino también la necesidad de fortalecer las políticas públicas, la justicia y la protección de los derechos humanos.
En este contexto, la maternidad en México se revela como un acto de resistencia y resiliencia. Ser madre en un país con altos índices de violencia y desigualdad implica afrontar múltiples adversidades, pero también significa mantener viva la esperanza. La figura materna, en sus múltiples formas, sigue siendo un pilar fundamental en la estructura social, aun cuando muchas veces se le niega el reconocimiento que merece.
Al acercarnos al Día de las Madres, es muy necesario ampliar nuestra comprensión sobre lo que en nuestros días implica ser madre en México. No solo se trata del amor y el cuidado, sino también de la lucha por la justicia, la protección y la dignidad.
Reconocer la diversidad de experiencias, especialmente las de aquellas madres buscadoras, nos invita a reflexionar sobre las políticas públicas, la seguridad y los derechos humanos, para que ninguna madre tenga que vivir la angustia de buscar a su hijo en la clandestinidad. La maternidad, en todas sus aristas, debe ser respetada, respaldada y valorada como un pilar esencial de la sociedad mexicana.
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