Mientras la Iglesia católica enfrenta años de controversias y encubrimientos relacionados con abusos sexuales contra menores, este tema ha emergido como uno de los principales desafíos en la agenda del cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco. La elección, que se realiza a puertas cerradas en la Capilla Sixtina desde el 7 de mayo, ha puesto en el foco la necesidad de afrontar con mayor transparencia los delitos cometidos por miembros de la jerarquía e impulsar reformas profundas en la institución.
El Vaticano ha destacado en su comunicado oficial que, junto a la evangelización y las relaciones interreligiosas, la lucha contra el abuso sexual constituye una de las prioridades más apremiantes para la Iglesia en estos momentos. La gestión de estos casos, que durante décadas permanecieron en la sombra, ha sido objeto de polémicas y ha minado la credibilidad de la institución, especialmente tras revelaciones que implicaron a sacerdotes y figuras religiosas en delitos contra niños y jóvenes.
Desde la llegada de Francisco al pontificado en 2013, la Iglesia ha intentado implementar cambios significativos en materia de protección de menores. En 2019, el Papa eliminó el secreto pontificio en estos casos, permitiendo que las denuncias puedan ser entregadas a la justicia civil y que las víctimas tengan acceso a sus expedientes y sentencias. Además, promulgó el documento Vos Estis Lux Mundi, que obliga a informar cualquier sospecha de abuso o encubrimiento dentro de la Iglesia.
También ha habido avances en la visibilización de los abusos cometidos contra monjas y religiosas, ámbitos que durante mucho tiempo permanecieron silenciados. En 2019, Francisco convocó una cumbre inédita para abordar la violencia sexual contra las mujeres en la Iglesia, y en enero pasado hizo un llamado a superar la mentalidad machista y a garantizar un trato igualitario a las religiosas.
A pesar de estas iniciativas, la lucha contra los abusos sigue siendo un tema sensible y complejo para la institución, que busca renovar su imagen y fortalecer su compromiso con la protección de los más vulnerables. La elección del nuevo Papa será crucial para determinar el rumbo que tomará la Iglesia en esta materia, en un momento en que la transparencia y la justicia son demandadas con mayor intensidad por la sociedad global.
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