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El corazón de Frédéric Chopin

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Varsovia, Polonia, madrugada del 14 de abril de 2014. Dos científicos, acompañados por otras 11 personas, entre ellas el arzobispo de la ciudad y el ministro de cultura polaco, entran en silencio en la Iglesia de la Santa Cruz. Serán las primeras personas en más de 60 años que podrán ver con sus propios ojos uno de los mayores tesoros del país: el corazón de Frédéric Chopin, conservado en un frasco con coñac en uno de los pilares de la iglesia. El interés de los investigadores es descubrir la verdadera causa de la muerte del compositor.

Chopin murió en un apartamento en París en 1849, con 39 años, y sus huesos aún descansan en la capital francesa. 10 años antes le había sido diagnosticada tuberculosis, y se determinó que esa fue la causa de su fallecimiento.

Antes de morir, el músico manifestó el deseo de que, a su muerte, le fuera extraído el corazón y fuera transportado a su patria, Polonia. Más allá del indudable sentimiento nacionalista de Chopin, otras versiones apuntan a que el compositor quería que le sacaran el corazón para asegurarse de no ser enterrado vivo, un temor bastante frecuente en aquella época, y que encaja con su personalidad aprensiva.

En cualquier caso, su hermana Ludwica cumplió su voluntad y consiguió llevar clandestinamente el órgano desde París hasta Varsovia, en aquel momento controlada por los rusos.

El corazón se mantuvo en la Iglesia de la Santa Cruz, conservado en licor, hasta la Segunda Guerra Mundial. Durante la contienda cayó en manos de los nazis y, según cuenta la leyenda, un comandante de las SS lo custodió y evitó que fuera destruido junto con el templo. Una vez acabada la guerra, el corazón regresó a su lugar en 1951, y allí sigue desde entonces.

En la primera década del siglo XXI, algunos investigadores sugirieron que tal vez Chopin no murió debido a la tuberculosis, y apuntaban a la fibrosis quística, una enfermedad genética que afecta a los pulmones, como posible causa de la defunción.

Algunos de los síntomas que padecía Chopin concuerdan con la hipótesis de la fibrosis quística, que en 1849 aún no había sido descubierta. Estos síntomas incluían fiebres frecuentes, infertilidad, infecciones respiratorias o pubertad tardía.

Finalmente, tras muchos años de insistencia en los que los científicos reclamaban poder ver el corazón y realizar análisis de ADN, el gobierno polaco y los familiares de Chopin accedieron en 2014 a que se realizara un examen visual. Ni siquiera sacarían el frasco de su contenedor.

Los investigadores realizaron más de mil fotografías y no lograron obtener una respuesta concluyente. Afirmaron que sería necesario extraer muestras del tejido para dar un diagnóstico exacto.

De momento, parece que seguiremos con la duda durante algunos años más, ya que, después de sellar de nuevo el envase, han recomendado no volver a abrirlo hasta el año 2064.

La razón de tanto recelo por parte de las autoridades puede residir en que quieran proteger la figura del músico, ya que los polacos sienten una gran devoción por él, y un análisis del ADN de su corazón podría ser visto como algo parecido a una profanación.

Sin embargo, otras voces afirman que la causa sería el temor a que un análisis de ese tipo revelara que el corazón que hay en la iglesia no fuera realmente el de Chopin.

Mientras tanto algunos miembros de la comunidad científica continúan con su empeño de averiguar qué fue lo que acabó tan temprano con la vida de uno de los mayores genios que ha dado el mundo de las artes.

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