El ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, no perdió la oportunidad de lanzar una crítica mordaz hacia la icónica cantante Taylor Swift, en medio de la atención mediática generada por el Super Bowl LIX, donde los Philadelphia Eagles se proclamaron campeones tras vencer a los Kansas City Chiefs por 40-22. La controversia surgió después de que Swift, presente en el estadio para apoyar a su pareja, Travis Kelce, recibió fuertes abucheos del público al ser capturada en las pantallas gigantes del Caesars Superdome.
Trump, quien hizo historia al ser el primer presidente en ejercicio en asistir a la gran final de la NFL, dejó claro que no se podía perder la oportunidad de comentar sobre el evento en su plataforma Truth Social. “La única persona que tuvo una noche más dura que los Kansas City Chiefs fue Taylor Swift. La echaron del estadio con abucheos. ¡MAGA (Make America Great Again) es muy implacable!” escribió el político, generando reacciones diversas en las redes sociales.
La controversia no solo se limitó a las palabras de Trump. La presencia de Swift en el Super Bowl se convirtió en un punto focal de discusión, especialmente después de su apoyo declarado a la candidata demócrata Kamala Harris en la carrera presidencial de noviembre. Trump, conocido por sus enfrentamientos con celebridades y figuras públicas, había expresado previamente su desdén hacia la cantante, afirmando en un mensaje anterior: “Odio a Taylor Swift”.
A medida que la noticia se difundió, los seguidores de ambos personajes comenzaron a polarizarse en las redes sociales. Mientras que los partidarios de Trump celebraron su comentario, los fans de Swift defendieron a la artista, argumentando que la cultura de la cancelación y los abucheos en eventos deportivos no deberían tener cabida en una sociedad democrática.
El Super Bowl, además de ser un evento deportivo, se ha convertido en un escenario donde la política y la cultura pop a menudo chocan, y este año no fue la excepción. La interacción entre figuras como Trump y Swift pone de relieve las tensiones que persisten en el panorama político estadounidense, donde la música y el deporte a menudo se entrelazan con la ideología.
A medida que se acercan las elecciones, es probable que este tipo de confrontaciones sigan en aumento, reflejando una sociedad cada vez más dividida. El Super Bowl LIX no solo fue un espectáculo deportivo, sino también un recordatorio de cómo el entretenimiento y la política pueden influir en la narrativa pública y en las percepciones individuales.
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