Mientras las autoridades cavilan, los jueces analizan, la opinión pública se divide y la familia enfurece, Novak Djokovic aguarda retenido en un hotel de medio pelo el paso de las horas y la llegada de una solución que resuelva su situación, su eventual vuelta a Belgrado o su permanencia en Melbourne para disputar el Abierto de Australia, el primer Grand Slam de la temporada.
Con el reto de ganar su décimo trofeo en el Melbourne Park y elevar a veintiuno la cifra de grandes éxitos para erigirse en el mejor de la historia, Djokovic se engulle de mensajes de apoyo ante otros, más numerosos, que dan la razón a la jurisdicción oceánica.