Por: Dr. Luis Arturo Jiménez Castillo
Presidente del Colegio de Abogados “Juárez Siglo XXI”
El pasado 12 de julio se conmemoró el Día del Abogado, que por regla general, se limita a pronunciar discursos respecto a las biografías de las figuras emblemáticas, la fotografía oficial, y quizá, la asistencia a alguna comida.
No obstante, cada época histórica exige de una sociedad determinada, la adopción de posicionamientos concretos y acordes con su tiempo: algunas ocasiones son radicales -como en momentos de guerra-, y otras veces son sutiles, pero trascendentes. En este contexto, los Abogados debemos ser conscientes del alcance de nuestro papel en la sociedad: estudiamos al Estado y sus formas de gobierno, y a partir de ahí, a las instituciones.
De manera profesional analizamos y comprendemos la regulación de los hechos y los actos que generan consecuencias jurídicas, y tenemos injerencia directa -como legisladores- o indirecta -como asesores-, en la creación de las “reglas del juego” social que ejecutarán el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, y los tres niveles de Gobierno. Es decir: nuestros conocimientos nos brindan la oportunidad de impactar favorablemente en nuestro país, pudiendo proteger a las instituciones o impulsando los cambios necesarios para su perfeccionamiento -la reforma procesal al juicio de alimentos aprobada en nuestra Entidad en 2014, y que diseñamos el grupo que ahora conformamos el Colegio de Abogados “Juárez Siglo XXI” del Estado de Jalisco, es una muestra de ello-.
El problema es que por lo general, nuestro gremio se comporta con indiferencia ante las necesidades del país. Callados, ajenos, distantes, paradójicamente, poco nos ha interesado ser partícipes en el fortalecimiento del Estado de Derecho. Y la debilidad de las instituciones acarrea consecuencias para todos.
No se trata de ser héroes y menos aún mártires. Se trata de ser responsables con el momento histórico en que nos tocó vivir. Sólo eso.
