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Construyendo un Maximato

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Por: Verónica Juárez Piña

Las acciones y la conducta que exhibe López Obrador desde que asumió la titularidad del Ejecutivo Federal llevan a concluir que, al término de su sexenio, no se irá a descansar, como ha dicho, sino que, gane quien gane la presidencia, asumirá un rol estratégico para que su proyecto de gobierno tenga continuidad.

Desde los primeros meses de su administración, dejó en claro que aspira a repetir el episodio histórico y político a través del cual Plutarco Elías Calles, el llamado “Jefe Máximo de la Revolución”, después del asesinato de Álvaro Obregón, impuso y ejerció una fuerte influencia en los gobiernos de Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez; hasta que el General Lázaro Cárdenas, presidente de 1934 a 1940, le puso un alto y lo desterró del país junto con su equipo más cercano. Calles ya había gobernado de 1924 a 1928.

Al respecto, es pertinente recuperar un documento publicado por el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales titulado “Después de AMLO: Perspectivas económicas, políticas y de seguridad para México 2024”, en el que se afirma que López Obrador no pasará a un segundo plano si su candidato es derrotado en 2024. (El Universal, 18 de julio de 2023)

El informe sostiene que “su base de seguidores (de Andrés Manuel), es lo bastante grande y leal para permitirle tener una influencia sustancial”. Hay al menos tres indicadores que permiten visualizar un escenario como el que plantea el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales.

El primero es la decisión del actual Ejecutivo Federal de entregar a las Fuerzas Armadas el control de la seguridad y una gran parte de la administración pública; así como un creciente porcentaje del presupuesto anual. La influencia de los militares se convertiría en un candado ante un eventual cambio de la política pública en los gobiernos siguientes, sobre todo en caso de que este afecte las prerrogativas económicas que López Obrador les ha concedido “generosamente”. Este aspecto es clave, en muchos sentidos.

Otra medida es el uso constante de la consulta pública. Este instrumento de participación ciudadana ha sido desvirtuado por López Obrador para imponer su política económica y agenda política. Así lo hizo en el caso de todos sus megaproyectos y el supuesto juicio a los expresidentes, y pretende hacerlo para posicionar su propuesta de que las y los Ministros sean electos por el voto ciudadano.

La mayoría de estos ejercicios se realizaron sin la participación del Instituto Nacional Electoral, como lo establece la Ley Federal de Consulta Popular. No tendría porqué ser diferente en caso de que el gobierno siguiente, más allá de quien resulte electo, no dé continuidad a las políticas públicas que Andrés Manuel ha implementado durante su administración.

La otra evidencia es la decisión de López Obrador de controlar el proceso interno de Morena para imponer a Claudia Sheinbaum como su candidata a la presidencia de la República, aunque los otros tres aspirantes, en afán de ganarse su respaldo, han ofrecido dar continuidad a su gobierno, incluso con ideas tan descabelladas como integrar a su familia al gabinete.

Como parte de esta estrategia, Andrés Manuel López Obrador no ha dudado en utilizar las instituciones y todos los recursos públicos a su alcance para atacar a la oposición. Está determinado en convertir el proceso electoral de 2024 en una elección de Estado con tal de favorecer a Morena.

De tal manera que se ve difícil que López Obrador se vaya tranquilamente a su finca una vez que concluya su mandato. Su ambición por el poder podría llevarlo a intentar recrear el Maximato, aunque con ello ponga en riesgo la gobernabilidad y la democracia del país.

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2