Las denuncias contra el racismo han abarrotado las calles de Estados Unidos en los últimos días. Las protestas para exigir justicia para George Floyd llaman a la conciencia y al reconocimiento de que el racismo continúa siendo un problema para Estados Unidos que implica diferentes niveles.
El asesinato de una persona por motivos raciales, como ha ocurrido con Tamir Rice, Sandra Bland, Alton Sterling, Nicholas Thomas, entre otras personas, es la consecuencia más severa, pero desgraciadamente la discriminación permea en distintos ámbitos.
Para algunas personas la discriminación racial forma parte de su rutina cotidiana, implica pequeñas acciones del resto al verlos, al tratarlos o al no reconocerlos.
El racismo contra personas afroamericanas en Estados Unidos tiene una profunda raíz, que abarca desde los años de la esclavitud y repercute hasta el 2020. Aún hoy los ciudadanos reconocen que la vida como esclavos entre los afrodescendientes, que culminó en 1863, tiene una fuerte influencia en el trato a las personas hacia la comunidad.
De acuerdo con un estudio publicado en junio de 2019 por el Pew Research Center, el 31 por ciento de los adultos en Estados Unidos considera que este proceso aún tiene mucha influencia en el trato a la comunidad afroamericana, mientras que un 32 por ciento percibe que influye algo y sólo el 16 por ciento estima que ya no tiene ninguna relación.
En el mismo estudio, ocho de cada diez adultos afroamericanos indicaron que Estados Unidos aún no hacía lo suficiente para otorgar igualdad de derechos a su comunidad.
La brecha social y económica
La segregación racial legalmente terminó en 1964 y la población afroamericana ha tenido apenas 56 años de reconocimiento de igualdad de derechos. Sin embargo, algunos ciudadanos no dejaron a un lado el racismo, que se fue expandiendo a otras generaciones.
De acuerdo con un estudio llamado “Prevalencia racial de la discriminación en EUA”, publicado en enero de 2019, 69.45 por ciento de los ciudadanos afroamericanos habían experimentado discriminación de forma regular en actividades de la vida cotidiana.
Económicamente, todavía las familias afroamericanas tienen mayores problemas para alcanzar los niveles de ingreso de las familias blancas. El estudio publicado en 2020 por The Hamilton Project sobre las ganancias de las familias de acuerdo con su origen, indican que mientras una familia blanca tiene un ingreso anual de 171 mil dólares, las familias afroamericanas adquieren aproximadamente 17 mil 150 dólares anuales.
El estudio indica que, a pesar del crecimiento de la sociedad, entre 1989 y 2016 el ingreso promedio de las familias afroamericanas no ha cambiado de forma significativa.
Mientras las familias afroamericanas adquirieron una casa por primera vez en generaciones recientes, las familias blancas han heredado casas u otros bienes, que han podido vender o de las cuales han hecho uso, lo que mejora sus condiciones de vida.
Esta investigación también indica que los jóvenes blancos ganan un mayor ingreso desde sus primeros empleos, lo que les permite tener un mayor ahorro al final de su vida laboral activa, con repercusiones más provechosas para sus descendientes.
Los últimos años y las demandas sociales
Desde la llegada de Trump a la presidencia, los actos de odio hacia la comunidad afroamericana se han incrementado, al igual que contra otros grupos, como los hispanos, asiáticos, musulmanes, etc.
La elección del presidente dio validez a los discursos de odio que ya existían en el país, lo que permitió que se diera pie a los crímenes de odio que se perpetran contra diversas comunidades, de acuerdo con un estudio de los doctores Griffin Edwards, de la Universidad de Emory, en conjunto con Stephen Rushin, de la Universidad de California.
Por otra parte, el propio presidente no ha hecho lo suficiente para distanciarse de los grupos extremistas de derecha, según considera el 56 por ciento de la población en Estados Unidos, de acuerdo con el Pew Research Center.
En los últimos días se ha posicionado en contra de los grupos que él considera terroristas, llamados Antifa, un colectivo que se originó durante la segunda guerra mundial para luchar contra el fascismo en el mundo, y ha condenado a lo que llama la “izquierda radical”.
Sin embargo, las protestas han denunciado los abusos que ha sufrido la comunidad afroamericana en los últimos años, no sólo por la muerte de George Floyd, quien perdió el conocimiento y falleció después de que un policía blanco colocara su rodilla en su cuello por aproximadamente ocho minutos.
Distintos nombres se han sumado a las demandas de justicia en todo el país. Existen múltiples historias sobre discriminación y crímenes de odio. Como Jordan Davis, un adolescente de 17 años que escuchaba música a un alto volumen mientras estaba con tres amigos, y fue asesinado por David Dunn en noviembre de 2012.
En 2015, Walter Scott, fue asesinado por un policía de tránsito que lo detuvo por llevar una luz del auto descompuesta. Scott fue ultimado mientras huía al ver que el oficial sacaba un teaser, que a los pocos segundos cambió por una pistola con la que le disparó por la espalda.
Las listas de decesos por motivos raciales continúan aumentando, además de las acciones cotidianas que no permiten la igualdad entre los ciudadanos en el país. Todo ello, a pesar de la diversidad en las ciudades y comunidades estadounidenses.
Las protestas de los últimos días, que en su mayoría suman a jóvenes de diferentes colores de piel y orígenes entre sus filas, claman por un país más igualitario, mientras algunas personas, como Donald Trump, consideran que son un ataque contra la nación, que debe ser controlado.
