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#CHISPAZO De “narcoterrorismo” e intervención

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Por: Felipe Guerrero Bojórquez

Hoy empieza el antes y el después para los Estados Unidos, México y el mundo. Donald Trump toma las riendas del poder en medio de anuncios que han generado más incertidumbre que buenas nuevas.

La migración y las deportaciones masivas de Estados Unidos a México ya están en marcha, y de inmediato vendrá el tema del aumento de aranceles y, a la par,  la denominación oficial de los grupos del narcotráfico en México como narcoterroristas.

La definición de narcoterrorismo será clave para Trump y su equipo de radicales, para presionar a México en el tema del aumento a los impuestos de los productos que importa a los Estados Unidos; y el rubro de la migración derivará en un grave problema social a lo largo de la frontera norte,  donde el narco hace negocio secuestrando migrantes para incorporarlos a sus filas,  o cobrándoles fuertes cantidades bajo la promesa de pasarlos «al otro lado».

El problema es que la denominación de narcoterroristas a los cárteles de México, por cómo funcionan y operan, ofrece a Estados Unidos sustancia normativa internacional para justificar posibles incursiones en nuestro país. Ya lo advirtió Trump, pero hasta ayer sus declaraciones eran vistas como parte de las bravatas a las que ya nos tiene acostumbrados.

Sin embargo, en el mundo trumpeano todo es posible, porque ahí habita un pensamiento radical donde las armas, el racismo, el odio contra el débil, la conducta abusiva y supremacista son elementos centrales que justifican cualquier objetivo injerencista.

Donald Trump llega al mando del país más poderoso del orbe, creyéndose el defensor de los valores universales tal y como él los concibe desde su formación ultraconservadora; y en su última fase de vida productiva queda claro que para lo que él es consecuente, para el mundo equilibrado es desvariante.

Por eso no se descarta que podría provocar caos en el contexto internacional, sobre todo afectar las economías y las soberanías que le signifiquen competencia financiera, recursos naturales estratégicos o diferencias ideológicas. Uno no sabe cómo reaccionan las mentes mesiánicas en las que generalmente prevalece la parte irracional,  marcada por la soberbia y el capricho. Así son ellos, los populistas.

Por lo mismo, el gobierno mexicano debe poner especial énfasis en el tema de la seguridad relacionado con el narco, y específicamente con el tráfico de fentanilo hacia los Estados Unidos. Esto último y la manera de operar de los cárteles en México, serán sin duda los mejores argumentos para exigir una «cooperación» en la que los organismos y cuerpos de seguridad gabachos lleven mano.

Para el gobierno de Trump bastarán los acuerdos de «cooperación» para meterse hasta la cocina, porque tampoco quitará el dedo del renglón en definir a los cárteles mexicanos como organizaciones narcoterroristas, sobre todo porque los modos de operar de estos últimos se asemeja a los actos del terrorismo internacional y se convierten también en una amenaza para la estabilidad global.

De acuerdo a lo expresado en diversas ocasiones por Marco Rubio, próximo Secretario de Estado, el narcoterrorismo lo promueven los cárteles a través de grupos armados para intimidar a la población, aliarse con políticos y tomar control del gobierno en diversas regiones. El llamado Estado fallido.

En demarcaciones donde los gobiernos son débiles y corruptos los grupos del narco ejercen influencia y poder, financiando campañas políticas y negociando puestos en el gobierno a nivel municipal, estatal y federal. Cualquier parecido con la realidad mexicana es mera coincidencia.

En el narcoterrorismo, tal y como lo concibe Estados Unidos, la población civil vive con miedo y vulnerabilidad a parte del desplazamiento forzado debido a los ataques físicos, explosiones, incendios, secuestros, desapariciones forzadas, ejecuciones colectivas, inestabilidad económica, daño a la salud emocional. De nuevo, cualquier parecido con nuestra realidad es que es nuestra realidad.

Y aunque la concepción de narcoterrorismo puede variar según las legislaciones de diferentes países y contextos específicos, en lo general, ante los hechos arriba descritos, existen coincidencias en los métodos más allá de posiciones políticas, ideológicas y religiosas. Aterrorizar a la sociedad y cobrar víctimas inocentes uniforma a las organizaciones que lo provocan, más allá de sus creencias y de sus objetivos finales. 

He aquí porqué el gobierno de Trump tiene la justificación perfecta para, a través del tema de la inseguridad y el narcotráfico, intervenir en México a través de su embajada, la DEA, la CIA y grupos especiales de combate y espionaje. Ahora sí, como dijo el chinito, “copelas o cuello”.

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