Se dice que la palabra “apapachar” viene del náhuatl “papachoa” que significaría “acariciar con el alma” y eso es justo lo que hacemos al momento de abrazar a alguien.
Cuando una persona pasa por un momento complicado, triste o de mucha alegría sentir ese contacto con el otro a través de un abrazo nos hace sentir mejor, a tal grado que se le ha considerado ya como el ingrediente principal de una terapia.
Y es que está demostrado que al momento que nuestra piel toca otra de manera afectiva provoca alteraciones fisiológicas positivas y trae con ello múltiples beneficios para la salud.
El poder de un abrazo es tan fuerte que puede calmar una angustia, da amor, seguridad, apoyo, cuidado y placer.
Diversos estudios han demostrado que al momento de recibir un abrazo, el organismo libera dopamina, oxitocina y endorfina, sustancias responsables de mitigar el dolor y producir una sensación de bienestar.
Abrazar es de gran utilidad para contrarrestar la depresión, el estrés, la falta de autoestima, además de aminorar la tensión y la ansiedad. Fortalece el sistema inmunológico y puede servir como medio complementario al tratamiento convencional de diversas enfermedades.
Esta alternativa terapéutica también es efectiva en el tratamiento de conflictos familiares y matrimoniales; heridas emocionales del pasado que impiden dar o recibir cariño.
