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Barca sin remos

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Por: Jaime Castillo Copado

Cada vez menos abogado

Existe por ahí un decálogo ideológico, que puede ser visto sin ningún problema por cualquier amante del internet, que describe románticamente la misión de los abogados que rondamos por el universo y que tiene la finalidad de engrandecer la ya de por sí muy honrosa profesión del Abogado (así con mayúscula).

Me refiero en este caso a los «Mandamientos del Abogado» consignados en un texto de hace muchísimos años, escrito si mal no recuerdo por un tal Eduardo J. Couture, de los que alguna vez alguien describió sabiamente como «un testimonio sereno del bien y el mal, de lo angélico y de lo demoníaco, de lo dionisíaco y de apolíneo, que existe en el ejercicio de la abogacía».

Este soberano documento vino a colación a mi mente debido a la reciente puesta en marcha, a lo largo y ancho del territorio nacional, del denominado Sistema de Justicia Penal-Adversatorio y Oral, mejor conocido por los ciudadanos gracias a que los medios de comunicación lo bautizaron tan sólo como los Juicios Orales, ello apenas el 18 de junio del presente año.

Para todos aquellos que no tienen el gusto de conocer el documento de marras debo decirles que el primer mandamiento del citado texto, a la letra dice que «el derecho se transforma constantemente y si no sigues sus pasos, serás cada día menos abogado».

Las leyes nacen, cambian o mueren constantemente, y la realidad es que en México, en nuestro país, al cobrar vigencia la mencionada reforma jurídica anunciada desde el año 2008, cientos de personas, profesionales todos ellos de la abogacía, dimos un salto cuántico del lado de la ignorancia.

Platico muy interesado acerca del tema con los amigos, otrora compañeros del aula, y que actualmente se mantienen en el ejercicio de la profesión y entiendo que la vida de los litigantes quedó dividida como en el gremio de los abogados que se prepararon al cambio y el de los que todavía no se preparan.

Me cuentan del cómo desde su punto de vista este cambio ha sido para bien, debido fundamentalmente a que ha puesto a jueces y fiscales a verse la cara directo con los acusados, más allá de signar acuerdos por debajo del agua o en razón de sus relaciones y tener que firmar papeles.

Fiscales de toda la vida me dicen, que incluso, ya les ha tocado ver cómo los jueces les piden a los defensores menos preparados (en plena audiencia) que por el bien de los imputados dejen el caso en manos de defensores de oficio mejor calificados, básicamente porque ellos sí fueron preparados por el propio sistema para este cambio.

Lo único que puedo decir al respecto es que derivado de estos cambios, ahora sí como abogado no rescato ni a un borracho.

Pero uno qué; lo siento por aquellos que sí viven de la litigada y no han tenido la oportunidad de prepararse. Dios nos libre de caer en sus manos…

Cuentagotas

De lo apolíneo y dionisíaco: En la mitología griega, Apolo y Dioniso eran hijos de Zeus. Apolo es el dios del Sol, la claridad, la música y la poesía, mientras Dioniso es el dios del vino, el éxtasis y la intoxicación. En el uso moderno del concepto literario, el contraste entre Apolo y Dioniso simboliza los principios de la integridad contra el individualismo, la luz contra la oscuridad o la civilización contra la naturaleza. Los antiguos griegos no consideraban a estos dos dioses como opuestos o rivales.