Con la pobreza en torno al 50 %, un Estado ausente y uno de los inviernos más fríos del siglo, muchos argentinos sobreviven gracias a ayudas que reciben de gente de a pie. La ONG Vida Solidaria hace de intermediario y ofrece abrigo, comida y hasta una cama en un bus.
Abril Contreras lleva cuatro de sus 21 años viviendo en la calle.
Junto a su pareja y su hija de dos años y medio, duerme en un parque del barrio de Constitución, en Buenos Aires. Durante el invierno, sin embargo, intentan pasar la noche junto a cajeros automáticos cerrados, en accesos a edificios o debajo de puentes.
“El invierno en Buenos Aires es peor. Es muy difícil estar en la calle con la nena. Hay veces que podemos aguantar y veces que no; veces que tenemos para taparnos y veces que no”, explica a EFE a los pies del Obelisco, reluciente icono de la ciudad y en cuyos alrededores se concentran un sinfín de teatros, turistas, restaurantes y personas sin techo pidiendo ayuda.