El impacto de la política arancelaria de Donald Trump en la industria de la confección en Estados Unidos genera preocupación entre los obreros y pequeños empresarios. Mientras el gobierno estadounidense busca incentivar la creación de empleos nacionales mediante tarifas elevadas a productos importados, algunos trabajadores advierten que estas medidas podrían tener efectos contrarios y afectar sus fuentes de ingreso.
Francisco Tzul, costurero con más de 20 años de experiencia y migrante guatemalteco, expresó su temor ante la posibilidad de que los aranceles incrementen los costos de producción y, en consecuencia, reduzcan las oportunidades laborales en el sector. Tzul trabaja en un taller de confección en Los Ángeles que produce ropa en Estados Unidos, pero dependiente de materias primas importadas en gran medida de Asia.
Por su parte, Chelsea Hughes, fundadora de la marca de ropa interior Cantiq, señala que los nuevos aranceles podrían elevar en hasta un 20% el precio de sus productos, dificultando su acceso a clientes y poniendo en riesgo su modelo de negocio. La emprendedora explica que, debido a la dependencia de tejidos importados, especialmente los elásticos y encajes, la producción local resulta mucho más costosa y menos rentable que en el extranjero.
Hughes, quien apuesta por una producción ética y comunitaria, lamenta que las políticas arancelarias puedan obligarla a aumentar los precios o reducir su plantilla de empleados, afectando su visión de mantener empleos en Estados Unidos. «Queríamos crear empleos de forma ética, y ahora me lo están haciendo imposible», afirma.
Mientras tanto, Tzul espera que la situación se estabilice y que las decisiones gubernamentales no afecten negativamente a la economía y a los empleos en su sector. «No queremos que pase lo mismo que en otros países, donde decisiones equivocadas destruyen la economía y dejan a la gente sin trabajo», concluye.
Expertos y trabajadores coinciden en que, si bien la intención de las tarifas es proteger la industria nacional, los efectos colaterales podrían poner en riesgo la estabilidad laboral y la competitividad del sector textil en Estados Unidos.
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