Como en la antigua Grecia, alumnos y alumnas de tercero de secundaria de una escuela pública del Estado de México idearon una pócima o fórmula con valores cívicos para sanar y apoyar a los adolescentes del futuro.
Le pusieron una pizca de amor, autoestima, empatía, esperanza, sueños, disciplina, amabilidad, solidaridad, sinceridad, creatividad y confianza, entre otros elementos.
Esta “pócima para el adolescente del futuro”, como nombraron a este ejercicio en el aula, se originó porque su maestra de 3B, Joan Martha Burgos Orrico, tenía el gran desafío de que los estudiantes se apropiaran de los valores cívicos y no solamente estuvieran en su vocabulario como un lugar común: “pobres, pero honrados”, “su humilde casa”, “los mexicanos somos solidarios”, “el pueblo mexicano es muy empático”, etcétera.
Si la profesora preguntaba en clase sobre el significado de honradez, humildad, solidaridad o empatía, los alumnos enmudecían; no sabían qué contestar.
El plan de estudios de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para la asignatura de Formación Cívica y Ética tiene el propósito en los estudiantes de “llevar a cabo acciones para mejorar su entorno, a nivel personal, escolar, comunitario, nacional y global, lo que contribuye a poner en práctica su capacidad para organizarse e intervenir en la solución de conflictos para el bien común”.
Los maestros de esta materia, entrevistados por Excélsior, están de acuerdo con los objetivos y definiciones, diseñados por la SEP, sin embargo, el tiempo para impartir el plan de estudios en la secundaria se redujo prácticamente a la mitad, luego del largo confinamiento por la pandemia de covid-19.
