El 3 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Libertad de Prensa, una fecha instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993 para destacar la importancia de una prensa libre, independiente y pluralista como pilar fundamental de las democracias. Sin embargo, el panorama global de la libertad de prensa atraviesa su peor momento en décadas, principalmente por las dificultades económicas que enfrentan los medios de comunicación.
Según el informe anual publicado el viernes por Reporteros Sin Fronteras (RSF), por primera vez en la historia del ranking, la situación de la libertad de prensa ha sido calificada como «difícil» a nivel mundial. La organización advierte que los medios se encuentran atrapados entre la necesidad de mantener su independencia editorial y la supervivencia financiera, una tensión que amenaza la calidad del periodismo y la pluralidad informativa.
El informe señala que aproximadamente la mitad de los países evaluados presenta malas condiciones para el ejercicio del periodismo, mientras que solo uno de cada cuatro cuenta con una situación favorable. La crisis económica que atraviesa el sector mediático se ve agravada por la concentración de la propiedad en manos de unos pocos, tanto en países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo. En Europa, por ejemplo, en Francia, ocho grandes fortunas controlan el 81 % de la difusión de los diarios nacionales y el 95 % de los semanarios.
Por otro lado, la dependencia de plataformas digitales dominadas por gigantes tecnológicos como Google, Meta, Apple y Amazon ha reducido los ingresos publicitarios tradicionales, captando en 2024 un total de 247,300 millones de dólares, un 14 % más que el año anterior. Esto limita aún más la independencia económica de los medios, que en muchos casos se ven forzados a priorizar la audiencia sobre la calidad y la ética periodística, lo que puede derivar en la instrumentalización por parte de oligarcas o políticos.
Estados Unidos, considerado líder en medios en el contexto global, ocupa la posición 57 en el ranking, perdiendo dos puestos respecto a 2024. La organización señala que la depresión económica en el sector se refleja en zonas desiertas informativas, agravada durante el segundo mandato de Donald Trump con el cese de la financiación de medios como Voice of America y Radio Free Europe, afectados también por la reducción de fondos de agencias internacionales como USAID. La situación en países como Ucrania, donde el 90 % de los medios dependen de donaciones extranjeras, ejemplifica la fragilidad del sector.
En el ámbito global, 42 países presentan una situación de libertad de prensa «muy grave», afectando a más del 56 % de la población mundial. La concentración de propiedad mediática sigue siendo un problema en países como Finlandia, Canadá y Australia, donde unas pocas grandes empresas controlan la mayor parte de los medios de comunicación.
Europa se mantiene como la región con mejor situación, con Noruega encabezando la lista en el primer puesto por noveno año consecutivo, seguida por países como Estonia, Países Bajos y Suecia. España, en el puesto 23, mejora siete posiciones respecto al año anterior, mientras que Eritrea ocupa el último lugar en el ranking, en la posición 180. Rusia, en cambio, pierde nueve puestos y se sitúa en el puesto 171, en la lista de los países con menor libertad de prensa, bajo control estatal o de oligarcas cercanos al Kremlin.
El informe de RSF también denuncia el deterioro en América Latina, donde 22 de los 26 países han visto empeorar su situación. Argentina cae 47 posiciones en dos años, situándose en el puesto 87, mientras que naciones como Nicaragua, Cuba, Venezuela y Honduras se ubican en los últimos lugares, con regímenes que han erradicado o restringido severamente la prensa independiente.
El mapa del informe evidencia la expansión de zonas con restricciones, especialmente en África, Oriente Medio y Asia, donde la libertad de prensa se ve cada vez más amenazada por conflictos, controles estatales y concentraciones económicas.
Este informe revela un escenario alarmante en el que la crisis económica y la concentración de poder amenazan la existencia misma del periodismo independiente, poniendo en riesgo uno de los derechos fundamentales para la democracia y el acceso a la información veraz y plural.
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