El 21 de abril, el Papa Francisco falleció en su residencia en la Casa Santa Marta del Vaticano, a las 7:35 horas locales, según confirmó el parte de defunción firmado por Andrea Arcangeli, director de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano. La muerte del pontífice ocurrió tras un ictus que derivó en un coma y posteriormente en una parada cardiocirculatoria.
El médico del hospital Gemelli de Roma, Sergio Alfieri, coordinador del equipo que atendió al Papa en sus últimos días, brindó detalles sobre los instantes finales de la vida del pontífice. En declaraciones a medios italianos, Alfieri relató que ingresó en la habitación del Papa y encontró sus ojos abiertos, sin signos de problemas respiratorios, aunque en estado de coma. «No respondía a los estímulos, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento me di cuenta de que no podía hacer nada más», afirmó.
El galeno explicó que la decisión fue no trasladar al Papa al hospital, en línea con su deseo de morir en casa. Además, destacó que, durante su última hospitalización, el pontífice había expresado que no quería ser sometido a procedimientos como la intubación, prefiriendo evitar un ensañamiento terapéutico que complicara la situación, especialmente considerando los riesgos asociados a su avanzada edad y condición de salud.
Alfieri también recordó que, tras una llamada de su asistente personal, Massimiliano Strappetti, el Papa fue llevado al hospital Gemelli en una situación de emergencia. Sin embargo, el médico explicó que, en muchas ocasiones, el traslado en esas circunstancias puede ser peligroso y que el Papa, en sus últimos días, mostró una actitud de aceptación respecto a su condición, incluso en momentos clave como la celebración del Domingo de Resurrección, cuando aceptó la propuesta de su asistente de dar la vuelta a la plaza entre la multitud.
En cuanto a las causas de su fallecimiento, Alfieri señaló que fue un infarto fulminante, posiblemente causado por un émbolo o una hemorragia cerebral, eventos comunes en personas de su edad y condición. «Son sucesos que le pueden ocurrir a cualquiera, pero los ancianos corren más riesgo, sobre todo si se mueven poco», puntualizó.
Este relato ofrece una visión íntima y respetuosa de los últimos momentos del Papa Francisco, resaltando su deseo de morir en paz y en su entorno, y reflejando la complejidad de su delicado estado de salud en sus últimos días.
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