La escritora nicaragüense Ligia Urroz desconfía de los seres buenos o malos, sin matices, idea que recrea en su novela «Somoza», en la que desvela al dictador del siglo XX como un hombre afable, buen nadador y con puntería en la rayuela.
«Era alto, bien parecido. Tenía una risa abierta, le gustaba caminar en la playa donde paseamos juntos. Era bueno jugando rayuela», asegura Urroz este domingo en entrevista con Efe desde México.