A las tortugas las cazan a pala y cavando, método que se lleva puestas a varias de ellas. A los pájaros, pueden mandarlos completos, en jaulas o cajas, o mutilados, sin alas, para que no escapen. A los monos los meten en termos, y les quiebran los brazos para que entren. El comercio ilegal de animales implica la caza y el tráfico clandestino, impiadoso, destructivo: durante el transporte, muere más del 70% de los animales capturados.
El domingo, en una redada hecha por varias fuerzas, se incautaron 205 animales destinados a la venta clandestina en cinco puntos de venta, circundantes de la feria de Pompeya, en la ciudad de Buenos Aires.
«Te podés comprar un elefante»
El operativo se suma a otro, realizado hace 13 días, cuando en dos allanamientos en el mismo barrio secuestraron 76 animales, entre los que había pájaros como el rey del bosque (especie amenazada de extinción), halcón plomizo, corbatitas comunes, jilgueros blancos, jilgueros amarillos, diucas o auroras, cardenales rojos, un celestino y cabecitas negras. También había lagartos. Toda fauna autóctona, cuya comercialización está prohibida.
«Si llegó un ejemplar de rey del bosque, es porque murieron unos 10 más en el camino», ilustra Enrique Del Carril, Director del Cuerpo de Investigaciones Judiciales de los Fiscales de CABA (CIJ), una suerte de CSI porteños o policía científica. «Alrededor de la feria, te podés comprar un elefante», exagera Del Carril, para indicar que el tráfico de animales (cuarto negocio clandestino más redituable a nivel mundial) tiene allí un mercado bien asentado.
«La feria de Pompeya es legal, pero sus inmediaciones son aprovechadas como lugar referente por las organizaciones clandestinas dedicadas al tráfico de animales», afirma Del Carril. Las investigaciones incluyen a expertos encubiertos. Uno de ellos, cuyo nombre queda en reserva, dice a La Nación: «Si hoy capturamos 205 animales, calculamos que habían despachado 650 más, que murieron en el camino».
El cargamento secuestrado en esta redada tiene un valor de mercado de alrededor de 100 mil pesos.
Tráfico interprovincial
El 90% del tráfico que llega a Buenos Aires procede del norte del país. Los lagartos overos son propios de la zona mesopotámica y se venden a 700 pesos.
Este tráfico interprovincial clandestino de fauna supera lo nacional e incluye ejemplares procedentes de países vecinos, especialmente de Brasil, Uruguay y Paraguay. También de Bolivia, de donde suelen «bajar» monos y guacamayos chloroptera (conocidos en la jerga clandestina como «los de San Lorenzo»), de colores rojos, blancos y verdes.
También, los «boquenses» o ara ararauna (azules y amarillos, procedentes de la selva misionera limitante con Paraguay). Las tortugas de tierra provienen casi en su totalidad de Santiago del Estero; se venden en 500 o 600 pesos, aunque ayer estaban de oferta: 2 x 500. «No quieren quedarse con animales para alimentar. Además, llega el invierno y el tiempo de hibernación, y eso los complica», dicen desde la CIJ. Los ejemplares son transportados en cajas y jaulas en el doble fondo de camiones o automóviles.