En el centenario de la Constitución, gran parte de la desesperanza y la decepción hacia las instituciones públicas es atribuible en gran medida al fracaso y a los errores en la implementación de las llamadas reformas estructurales, dijo el coordinador de los Diputados Ciudadanos, Clemente Castañeda.
Enunció una reforma educativa que generó confrontación y crispación social y no una transformación del sistema educativo nacional; una reforma energética profundamente ineficiente y decepcionante incluso para sus propios impulsores; y una reforma fiscal que no ha servido para redistribuir la riqueza y combatir las desigualdades.
“Estas reformas estructurales deben llevar a preguntarnos si se está haciendo lo correcto, si se está enmendando la Constitución con miras a un proyecto de nación incluyente, exitoso y democrático, o si la Constitución en realidad ha sido objeto de un manoseo por parte de poderes fácticos e intereses particulares, abonando a la ruptura entre los anhelos de los ciudadanos y sus instituciones”.
Expresó que la conmemoración de este Centenario debe servir para entender que el modelo de organización y ejercicio del poder está agotado y que es tiempo de emprender los cambios de fondo que pongan a México en el camino correcto, que pongan a México en una transición de época que nos permita tender un puente con el futuro. “Hoy la sociedad mexicana está agraviada. Quizá como nunca en la reciente historia de la democracia mexicana”, citó.
Destacó que la Constitución cumple 100 años en momentos en los que la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos representa uno de los mayores desafíos en la historia de nuestra relación bilateral, “y la realidad es que tenemos un gobierno con una legitimidad muy débil para hacer frente a la demagogia racista y xenófoba y una relación de dependencia que no será fácil modificar y nos obliga a diversificar nuestras relaciones”.
Dijo que el gobierno federal solo ha logrado gesticular un llamado a la unidad que no debe construirse con proclamas ni en abstracto, sino con acciones y con evidencias que son absolutamente necesarias en este contexto de profunda desconfianza de los ciudadanos hacia las instituciones.
“A pesar de los errores y omisiones en la estrategia de Gobierno, a pesar de las diferencias, desde los más distintos sectores se ha manifestado la voluntad para hacer frente a esta nueva realidad. Lo que le exigimos al Poder Ejecutivo es que este apoyo a México y este capital no sean dilapidados. Como todos los mexicanos esperamos rendición de cuentas, comunicación y resultados”.
Castañeda mencionó que la sensación de agravio y decepción de los ciudadanos también es alentada por la difícil situación de la economía mexicana y unas finanzas públicas en las que se gasta mal y se sigue derrochando a pesar de que tenemos una coyuntura económica desfavorable en términos de crecimiento, tipo de cambio, inflación, inversión y salarios.
Dijo que nada de esto contribuye a la construcción de confianza y por el contrario alimenta el agravio de los mexicanos. “No es posible seguir teniendo un Gobierno y una clase política privilegiadas mientras se le sigue exigiendo a la gente apretarse el cinturón”, advirtió y llamó a cambiar ya la forma en que se ejercen los recursos públicos.
“¿Qué hubiéramos hecho nosotros?”, preguntó. “Como muchos mexicanos, sabemos que la respuesta no es alimentar el agravio con un gasolinazo y sí eliminar el gasto superfluo que ofende a los ciudadanos: la publicidad gubernamental, los seguros de gastos médicos privados, el financiamiento a los partidos, los bonos extraordinarios, las pensiones a los expresidentes y otros que significan derroche y erosionan la legitimidad de las instituciones”.
En Movimiento Ciudadano –continuó– hemos dicho que la pregunta que nos debemos hacer no es ¿en qué está fallando nuestra Constitución?, sino ¿en qué han estado fallando las personas que detentan el poder y que han puesto sus intereses particulares por encima del interés público?
La pregunta que nos tenemos que hacer a cien años de la Constitución de 1917, es ¿cómo eliminamos de la vida pública de México, la idea de que la clase política tiene por patrimonio personal a las instituciones nacionales?, porque sólo respondiendo correctamente a esta pregunta podremos enfrentar los enormes desafíos que hoy tiene el país, porque sólo así podremos defender el interés nacional, sólo así podremos recuperar la confianza de los mexicanos.
