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Contra la libertad

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Por: Enrique Velázquez.

Cuando nacemos no elegimos a nuestra familia, no elegimos ser zurdos o diestros, no elegimos ser gays o heterosexuales, así de simple.

Históricamente la comunidad LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) alrededor del mundo ha sido víctima de un lenguaje homofóbico que provoca descalificación, exclusión social y odio, que muchas veces concluye en acoso, agresiones físicas y hasta en la muerte de algunos de sus miembros.

En la madrugada del domingo 12 de junio se registró un brutal ataque contra las personas que se encontraban en Pulse, un salón de fiestas gay en Orlando, Florida donde murieron 50 personas y otras 53 resultaron heridas. Miles de personas en todo el mundo condenamos con firmeza los hechos, las latentes amenazas en contra de las personas homosexuales son una clara violación a los derechos humanos de cada individuo. Estos actos han sido calificados como el tiroteo más letal en la historia de Estados Unidos; esta matanza es un recordatorio de lo fácil que es para alguien tener en sus manos un arma y perpetrar ataques de odio hacia cualquier grupo social al que se le condena por actos que no son plausibles por la Biblia.

Sí, es urgente detener la proliferación de armas en Estados Unidos, pero esto va más allá de la posesión de un arma. Es cuestión de educación, respeto y tolerancia. El terrorismo contra los homosexuales ha sucedido toda la vida, pero en los últimos meses se ha radicalizado. No hay palabras que describan la tragedia, vivimos en un mundo donde el odio y la intolerancia son aceptados, es necesario que enseñemos a respetar la diversidad y los colores de la vida.

Estos hechos me hacen pensar ¿en verdad somos humanos?, ¿por qué tanto odio contra aquellos que sólo quieren tener la libertad de amar a quien ellos decidan? Lo ideal es ser capaz de amar a cualquier ser humano sin sentir miedo, inhibición u obligación. La difícil situación que a diario se enfrentan las personas LGTB, se ha derivado de las campañas montadas en algunos medios de comunicación y fundamentalismos religiosos. En estos pensamientos se ve plasmada la falta de criterio, los miedos y la intolerancia.

Estimado lector, la homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí lo es. El progreso social implica comprender que una persona no se define únicamente por su sexualidad, raza o género. Todos tenemos el derecho de amar. Todos tenemos el derecho de ser felices. Todos tenemos el derecho de ser libres. Estar en contra de los homosexuales, es estar en contra de la libertad.

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