Después de meses de espejismo inmobiliario inducido por la pandemia, los precios de los alquileres residenciales en Nueva York han vuelto a dispararse pese a la incertidumbre sobre la vuelta a las oficinas, que en buena parte aún están vacías, y la oscuridad de los escaparates cerrados en el centro de Manhattan.
El avance de las vacunas, la retirada de restricciones y la relativa vuelta a la normalidad en el ocio están devolviendo a la Gran Manzana su estatus como una de las ciudades más atractivas del mundo para vivir, lo que ha disparado unos alquileres que llegaron a caer por los suelos para estándares neoyorquinos.