Por: Salvador Cosío Gaona
La tasa más alta de enfermos renales en el mundo se registra en el municipio de Poncitlán, Jalisco. Lo sabemos desde hace tiempo y a finales de octubre pasado, el Tribunal Latinoamericano del Agua (TLA) reafirmó esta versión y dejó un fuerte llamado de atención a las autoridades jaliscienses tras analizar los casos de enfermos renales que se le presentaron y que pudo constatar están directamente ligados con la contaminación en el lago de Chapala. Pero la administración de Jorge Aristoteles Sandoval Díaz estaba de salida, ya limpiando escritorios y haciendo cajas para retirarse y no hubo ni tiempo ni disposición para atender el problema que el organismo internacional denunció. A la fecha, el nuevo Gobierno tampoco ha puesto atención a este grave problema de salud pública.
El asunto no es nuevo; como tampoco es novedad que los gobiernos en turno le den la espalda o hagan oídos sordos para no resolver un asunto que no porque no lo quieran ver deja de estar presente, y que no porque le den la espalda, los enfermos dejan de morir.
El Tribunal Latinoamericano del Agua es una instancia internacional, autónoma e independiente, de justicia ambiental, creada con el fin de contribuir a la solución de controversias relacionadas con los sistemas hídricos en América Latina. Fundamenta su actuación en principios de convivencia con la naturaleza, respeto a la dignidad humana y la solidaridad entre personas y organizaciones para la protección del agua. Desde hace 20 años, el tribunal ha abordado casos de conflicto hídrico en diversos territorios de América Latina.
Durante su corta estancia por Guadalajara, solo le bastaron cinco días para despejar cualquier duda y emitir su veredicto respecto al problema que le reportaron pobladores y académicos sobre el conflicto socioambiental que atraviesa el Lago de Chapala, donde pobladores de comunidades cercanas al vaso lacustre, atribuyen a la mala calidad del agua una serie de problemas crónicos de salud que principalmente aquejan a habitantes del municipio de Poncitlán, que ostenta un alto índice de enfermedades en las comunidades de San Pedro Itzicán, Mezcala y Agua Caliente, donde se reporta la tasa más alta de enfermos renales en el mundo.
Hasta hoy no existe un censo oficial de decesos o enfermos, pero pobladores de Mezcala han reportado al menos 23 muertes por insuficiencia renal, mientras que se registran 11 personas con afectaciones varias al riñón, entre niños y adultos, tan sólo en el último año. Refieren que los más afectados son jóvenes de entre 18 y 26 años. “La Secretaría de Salud de Jalisco dice que hay 600 personas con algún tipo de tratamiento por causas renales. De acuerdo con estudios conducidos por la Universidad de Guadalajara, 40 por ciento de los habitantes de la ranchería Agua Caliente, ubicada a tres kilómetros de San Pedro Itzicán, tuvo algún problema de enfermedad renal”.
Quienes padecen enfermedades del riñón también ven afectada su economía familiar; la gente de la región es de escasos recursos, y cualquier enfermedad la saca de su estabilidad. Una enfermedad renal les significa grandes desembolsos para los tratamientos y traslados. Los vecinos del lugar afirman que ‘no es una enfermedad que mata, es una enfermedad que te mata cuando se te acaba el dinero’.
Conforme a la recomendación 8/2018 de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ), un habitante de estas comunidades gasta aproximadamente tres mil 375 pesos mensuales únicamente en transportarse a las unidades de salud en la ZMG, ya que no cuentan con los servicios necesarios en su lugar de origen. A ello se suma un costo anual estimado de hasta 168 mil pesos por tres sesiones de diálisis por semana, según datos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
En el caso de San Pedro Itzicán, el agua que consume cerca de la mitad de la población proviene de un pozo de agua hipertermal, que como tal puede contener elementos como azufre, sodio, arsénico y plomo, entre otros. El único tratamiento que se le da a esta agua previo a su consumo es un proceso de enfriamiento y cloro, que poco hace por potabilizar el líquido.
En este contexto, el Tribunal resolvió que el gobierno mexicano debe reparar el daño a las comunidades afectadas y lo urgió a emprender medidas de saneamiento y mitigación de la cuenca. Para los miembros de esta instancia internacional los estudios científicos realizados por universidades locales e internacionales mostraron la existencia de metales pesados y agroquímicos en el lago de Chapala y en algunas especies de peces; la presencia de contaminantes también se constató en muestreo de sangre en niños y adultos, así como en leche materna de mujeres que habitan en las inmediaciones del lago.
Es necesario, es urgente poner un ‘hasta aquí’. No es posible que las autoridades, las que se fueron y las nuevas, permanezcan inmutables ante los evidentes y terribles casos de contaminación que se registran en cuencas, ríos y lagos de la entidad. La grave contaminación que padecen habitantes de colonias cercanas al Río Santiago, al lago de Chapala y la Laguna de Cajititlán, tiene que ser resuelta por la administración de Enrique Alfaro Ramírez. Ya el gobernador parece estar tomando medidas en el tema del agua; ha comenzado por el asunto del Río Verde y ceder a Guanajuato el 24 por ciento del agua de los jaliscienses, lo que evidentemente no es la mejor decisión que pudo tomar cuando la postura debió ser el agua de Jalisco es para los jaliscienses, pero confiamos en que tomará medidas más inteligentes y en ello debe estar contemplado el saneamiento de los principales caudales que abastecen a la entidad para evitar y erradicar el veneno y la enfermedad.
@salvadorcosio1
