«Desperté y él estaba sentado sobre mí y me pegaba en la cara con su pene». «Era mi profesor y me pedía fotos desnuda». «Agarró mi mano e hizo que lo tocara para sentir su erección. Yo seguía diciendo que no».
«No». Dos letras que al unirse crean un adverbio poderoso pero muchas veces ignorado que expresa «negación», es lo que han dicho miles de mujeres en América Latina que han sido víctimas del uso del poder con fines sexuales.