A ritmo del sonido sanatorio del gong, más de 300 personas -asiáticas, afroamericanas, latinas y blancas- cerraron este domingo una jornada en recuerdo de las últimas víctimas mortales de la violencia racial en Estados Unidos, celebrada en la esquina en la que George Floyd perdió su vida supuestamente asfixiado por un agente en mayo pasado.
En esa coordenada del sur de Mineápolis, los manifestantes alzaron el puño para exigir «justicia» para las seis mujeres de origen asiático asesinadas en marzo en Atlanta; el afroamericano Daunte Wright y el hispano Adam Toledo, de 20 y 13 años, respectivamente, que murieron en Brookyln Center (Minesota) y Chicago tras recibir sendos disparos de policías.