A partir de las 00:01 horas del miércoles, Canadá comenzará a aplicar un arancel del 25% a ciertos automóviles fabricados en Estados Unidos. Esta medida se establece en respuesta a los aranceles similares impuestos por Washington el pasado 3 de abril.
El ministro de Finanzas canadiense, François-Philippe Champagne, anunció la decisión en un comunicado oficial, donde destacó que los aranceles afectarán a los vehículos que no estén cubiertos por el tratado de libre comercio T-MEC, así como al contenido que no se genere en Canadá o México. «Canadá sigue respondiendo de forma firme a todos los aranceles injustificados y no razonables impuestos por Estados Unidos a los productos canadienses», declaró Champagne, reafirmando el compromiso del Gobierno canadiense de presionar por la eliminación de estas tarifas y de proteger la economía y la industria del país.
Este conflicto arancelario se produce en un contexto donde Canadá es el principal mercado de vehículos importados de EE.UU. En 2024, las importaciones de automóviles desde el país vecino alcanzaron un valor de 35,6 mil millones de dólares canadienses (aproximadamente 25 mil millones de dólares estadounidenses).
Por su parte, el 3 de abril, Estados Unidos impuso un arancel del 25% a los automóviles producidos en Canadá que no estén bajo el T-MEC, y se prevé que a partir del 3 de mayo, algunas partes de automóviles canadienses también sean gravadas con un 25%. Además, desde el 4 de marzo, el Gobierno estadounidense ha implementado aranceles del 25% a productos canadienses no regulados por el T-MEC y del 10% a importaciones canadienses de energía y potasa.
Estados Unidos también ha gravado con un 25% el acero y el aluminio canadienses desde el 12 de marzo. En respuesta, Canadá ha impuesto represalias arancelarias del 25% a productos estadounidenses por un valor de 30 mil millones de dólares canadienses y ha establecido gravámenes recíprocos de 29,8 mil millones de dólares canadienses sobre productos de acero y aluminio de EE.UU.
Este escenario de tensiones comerciales entre ambos países plantea retos significativos para las industrias automotrices y económicas de Canadá y Estados Unidos en el futuro cercano.
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