Ciudad de México, — En medio del dolor y la destrucción provocados por la explosión en el distribuidor vial de La Concordia, han emergido múltiples gestos de solidaridad ciudadana que han marcado la diferencia en la atención inmediata a las víctimas.
Uno de los casos más destacados es el de Alonso Segura, motociclista originario de Iztapalapa, quien colaboró con el oficial Sergio Ángel Soriano Buendía en el rescate de Jazlyn Azulet, una menor que sobrevivió gracias a la protección de su abuela, Alicia Matías, quien falleció tras cubrirla con su cuerpo durante el siniestro.
Segura relató que, en medio del caos, cortaron la ropa de la niña para evitar que las quemaduras se agravaran y la trasladaron de inmediato a un hospital. El trayecto, de apenas dos minutos, se convirtió en una experiencia angustiante que lo dejó profundamente conmovido.
En la misma zona, vecinos ofrecieron alimentos y hospedaje a Armando, un hombre en situación de calle que vivía bajo el puente junto a su perro Zeus. Armando perdió a su grupo de amigos —Barbas, Chino, La Flaca y El Señor— quienes, según su testimonio, murieron calcinados o fallecieron posteriormente en el hospital.
El relato de Armando, compartido con medios locales, evidenció el impacto humano de la tragedia y la vulnerabilidad de quienes habitaban en condiciones precarias en el área afectada.
Las autoridades continúan con las labores de atención y evaluación de daños, mientras que organizaciones civiles y vecinos mantienen el apoyo a los damnificados. Los testimonios de quienes actuaron sin esperar reconocimiento reflejan el valor de la solidaridad en momentos críticos.
