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Solidaridad y tradición

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Por: Betsy Rua

Durante la tarde del domingo 10 de noviembre, en medios internacionales comenzó a circular la noticia de que Evo Morales dimitió al cargo de presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, cargo que ostentaba legalmente desde el año 2013. La decisión la tomó luego de que el general Williams Kaliman, comandante de las fuerzas armadas le hiciera la “recomendación” de hacerlo para desbloquear la crisis política acaecida tras las presuntas irregularidades detectadas por la Organización de Estados Americanos (OEA) en los resultados de las elecciones del 20 de octubre.

Horas después, el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard anunció la disposición del gobierno mexicano a ofrecer asilo político al ya expresidente y su equipo, por razones humanitarias, y que se concretó el lunes 11 cuando un avión de la Fuerza Armada mexicana viajó para su traslado a México.

La decisión del gobierno de México fue politizada e interpretada por la oposición como una nueva oportunidad para criticar y hacer un posicionamiento que desprestigiase la medida comparando peras con manzanas. No faltó quien, en redes, mencionara que este gobierno es populista porque el presidente López Obrador viaja en líneas comerciales, pero a Evo Morales se le traslada en Avión Privado.

El asilo político a Evo Morales, responde efectivamente tal y como lo dijo Ebrard, a la tradición histórica y a los principios que rigen la política exterior mexicana. Principios de corte jurídico y legalista apegados al derecho internacional asentados en las convenciones de La Habana (1928), Montevideo (1933) y Caracas (1954). Esta tradición se fue consolidando con los asilados de los éxodos llegados a México durante Guerra Civil Española, durante las dictaduras sudamericanas en la segunda mitad del siglo XX, y las guerras civiles en Centroamérica durante los ochentas y noventas, solo por mencionar algunas.
Y no debería ser ninguna sorpresa, ya que el Plan Nacional de Desarrollo, en el apartado de política exterior de esta administración, ya planteaba la recuperación de los principios del antiguo régimen, a saber: la no intervención en los asuntos políticos de los Estados, la autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de controversias y la cooperación para el desarrollo. Todos ellos se enmarcan en el lema juarista “el respeto al derecho ajeno es la paz”. Sin embargo, no todo es benevolencia, ya que ese no puede ser el único objetivo que se persigue. No se debe perder de vista que toda acción de política exterior calibra la situación interna y el contexto internacional, consideraciones geopolíticas, económicas y de liderazgo regional.

Además, como Jorge Schiavon puntualiza, el asilo en México se ha caracterizado por dar protección a líderes latinoamericanos con perfiles ideológicos cercanos a los gobiernos en turno, lo cual, toma relevancia en un contexto de polarización social agravada por la retórica de los representantes políticos en lo interno, y a nivel internacional contrasta con el resurgimiento de la derecha más rancia y conservadora.

Por otro lado, resulta curioso que no se haga ninguna referencia al principio de autodeterminación de los pueblos. Digo por aquello de que pese a las condiciones en las que Evo Morales fue el supuesto ganador de las elecciones, no se han aclarado, el gobierno de México reconoció su gobierno. Pudiéramos hablar entonces de solidaridad y razones humanitarias a conveniencia.

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