Yuri Guzmán
La Cuaresma en México es una danza de sabores y recuerdos, un susurro nostálgico que se mezcla con la fragancia de la capirotada, esa delicia que es mucho más que un simple postre. En cada bocado se esconden historias de generaciones, tradiciones que se entrelazan con la esencia de la fe y la esperanza.
La capirotada, a menudo considerada un manjar de la temporada, tiene su origen en la necesidad de aprovechar el pan que se quedaba en la mesa, un homenaje a la escasez y a la creatividad del alma mexicana. Con capas de pan, miel de piloncillo, canela y un toque de queso, cada ingrediente se convierte en un símbolo de la vida misma: dulce y amarga, rica en matices, como las memorias que nos acompañan.
Para algunos, la capirotada evoca momentos de reunión familiar, risas compartidas y el calor del hogar. El simple acto de comerla puede transformar la tristeza en consuelo, recordándonos que siempre hay algo que celebrar, incluso en tiempos de reflexión. Pero hay quienes, con una mueca de desagrado, se apartan de su sabor robusto y su textura singular. Tal vez les recuerda a aquellos días en que la fe se sentía obligatoria o a la nostalgia de un pasado que no desean revivir.
Sin embargo, en la antesala de la Semana Santa, la capirotada nos invita a reflexionar sobre la dualidad de la vida. Nos recuerda que, aunque haya momentos amargos, siempre podemos encontrar dulzura en los recuerdos y en la unión de quienes nos rodean. Mientras el aroma de la capirotada se escapa de la cocina, llevándonos a un viaje a través del tiempo, cada cucharada se convierte en un pequeño ritual, un homenaje a la vida, la fe y el amor que se entrelazan en la mesa durante esta temporada tan especial.
Así, en esta Cuaresma, la capirotada nos enseña que, a pesar de las diferencias de gustos, siempre hay un espacio para compartir, para recordar y para saborear lo que nos une en nuestra rica y diversa cultura. En cada bocado, un eco de lo que somos, de lo que hemos vivido y de lo que aún está por venir.
Ingredientes
6 bolillos
½ taza de piloncillo en trozos
3 clavos de olor
1 barita de canela
1 litro de leche
1 lata leche condensada
1 lata leche evaporada
1 lata de media crema (opcional)
1 taza de almendras fileteadas (opcional)
1 taza de nueces (opcional)
1 taza de cacahuates
1 taza uva pasa
Queso (manchego, panela, etc.)
1 barra de mantequilla
2 cdtas de vainilla
2 cdas de fécula de maíz (maicena)
Procedimiento
Antes de preparar la capirotada de leche, puedes orear el pan (opcional). Preferiblemente, espera 1-2 días antes de usarlo, así su textura será mejor.
Rebana el pan. Cada rodaja debe tener 1 dedo de grosor más o menos, unta el pan con mantequilla, fríe el pan en una sartén. Espera hasta que caliente la sartén para que lo vayas dorando por tandas.
Disuelve la fécula de maíz en ¼ de taza del litro de leche templada. Hazlo con un tenedor para facilitarte el trabajo, y no dejes ni un solo grumo. Al final, reserva la preparación.
Agrega en una cazuela el resto de la leche, el piloncillo, la canela y los clavos de olor. Calienta hasta que se disuelva el piloncillo, lo cual puede tardar unos 10 minutos.
Una vez disuelto, agrega las leches restantes y la vainilla. Hazlo justo cuando la preparación esté cerca de hervir, mueve muy bien hasta que todo se incorpore. Si decidiste poner la media crema, este es el momento de incorporarla.
Agrega la fécula de maíz reservada anteriormente. Intégrala muy bien y remueve constantemente hasta que espese un poco la preparación, después apaga el fuego. Retira la canela y los clavitos.
En un refractario engrasado ve colocando tandas de pan remojado en la leche que preparaste, una vez puesta la primera tanda baña con un cucharón, agrega las pasas, el cacahuete, las almendras y las nueces. Si lo prefieres, trocea previamente el cacahuete y las nueces, espolvorea el queso rallado. Coloca un segundo piso de pan. A partir de allí, repite todos los pasos anteriores para hacer la capirotada de leche. Cubre el refractario o bandeja con papel de aluminio.
Hornea a 180 ºC durante 30 minutos. Distribuye el tiempo de la siguiente manera: hornea 15 minutos tapado con el papel de aluminio, y los últimos 15 minutos destapado.
NOTA
Esta cantidad es para 8 comensales.

Disfruta con tus seres queridos, que serán esas anécdotas las que te hagan saborear los recuerdos de la vida
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