En punto de las 16 horas de este lunes, el Zócalo capitalino se convirtió en escenario de una ceremonia inédita: la entrega de bastones de mando y servicio de pueblos indígenas y afromexicanos del país a los ministros electos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). El acto, cargado de simbolismo, se desarrolló frente a más de mil 500 asistentes, con música tradicional, humo de copal y un ambiente de solemnidad.
Hugo Aguilar Ortiz, ministro presidente electo, fue el único orador de sus compañeros, en un discurso en el que se asumieron como “los ministros del pueblo”, con la clara misión de “sanear” al Poder Judicial de la Federación (PJF) de la corrupción y el nepotismo.
“Nosotros somos los ministros y las ministras del pueblo, somos los ministros y las ministras del pueblo porque hemos cumplido y estamos aquí por mandato del artículo treinta y nueve de la constitución federal”, dijo.
También subrayó que recibir el bastón de mando significa asumir la responsabilidad de hablar por quienes no tienen voz y defender a quienes no pueden defenderse. Recordó que en las comunidades indígenas el cargo no es un privilegio de poder, sino un mandato de servicio, confianza y protección hacia los niños, jóvenes, adultos y ancianos. “El bastón de mando te impone la obligación de defender a los que no se pueden defender”, expresó, resaltando el sentido profundo de la ceremonia y del compromiso asumido frente al pueblo.
Asimismo, señaló que la reforma judicial de 2024 permitió que los pueblos originarios tuvieran una presencia inédita en la vida pública y en la Suprema Corte. Sin esos cambios, dijo, hubiera sido inimaginable que un indígena pudiera ocupar hoy un lugar como ministro.
Destacó que la transformación abrió paso a una justicia incluyente, que busca erradicar la corrupción y construir un nuevo modelo cercano a los excluidos. “Darle poder al pueblo libera al pueblo”, afirmó, convencido de que esta etapa marca un paso histórico hacia la verdadera representación y defensa de los pueblos indígenas.
“Tenemos un mandato claro, sanear el poder judicial de la federación y de las entidades federativas, sanear la suprema corte de justicia de la nación, se van a acabar la corrupción, el nepotismo, la deshonestidad”, expresó.
La ausencia del ministro electo Arístides Rodrigo Guerrero, convaleciente tras un accidente automovilístico el pasado 22 de agosto, marcó un momento significativo en la ceremonia. Su bastón a manos de una autoridad tradicional de Guerrero fue recibido simbólicamente por Aguilar Ortiz.
“El bastón es la palabra, el respeto y la autoridad para guiar con dignidad”, explicaron durante el ritual, mientras pedían a los ministros levantar las manos y girar hacia los puntos cardinales, en señal de agradecimiento al universo y a la madre tierra. Todos participaron con entrega en los rituales de purificación, acompañados por rezos y ofrendas. Al final de ese acto, los ministros se dieron abrazos individuales y colectivos, envueltos en el humo del sahumerio.
Entre aplausos, destacaron las ovaciones a Lenia Batres, coreada como “la ministra del pueblo”, y sobre todo a Hugo Aguilar Ortiz, aclamado con insistencia. En un momento de gran carga histórica, líderes comunitarios recordaron que, después de 165 años, México vuelve a tener un presidente indígena en la Corte, tras Benito Juárez.
Gobernadores tradicionales de distintos estados entregaron a los ministros la vara de mando: de Oaxaca, a Hugo Aguilar Ortiz; de Sonora, a Yasmín Esquivel Mossa; de Quintana Roo, a María Estela Ríos González; de Veracruz, a Loretta Ortiz Ahlf; de Michoacán, a Giovanni Azael Figueroa Mejía; de Durango, a Irving Espinosa Betanzos; de Chiapas, a Sara Irene Herrerías Guerra; de Jalisco, a Lenia Batres Guadarrama, y de Guerrero, a Arístides Rodrigo Guerrero García.
Entre los invitados figuraron diputados federales, representantes del Consejo Nacional de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos, y organizaciones como el Movimiento Popular Indígena de Puebla.
En la plancha del Zócalo se proyectó un videodocumental sobre la creación de los bastones y los encuentros de Aguilar con las comunidades. Mientras las bandas tradicionales de Oaxaca marcaban el cierre festivo, el acto quedó inscrito como un capítulo histórico: el encuentro entre la justicia indígena y el máximo tribunal del país.
Con información de La Jornada.