Inicio ESTILO DE VIDA ¿Por qué Ramsés II fue el mayor constructor de Egipto?

¿Por qué Ramsés II fue el mayor constructor de Egipto?

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Se ha tildado a Ramsés II de megalómano. Un testimonio impresionante de su ardor constructivo es la gran sala hipóstila del templo de Karnak, que había sido comenzada por su padre Seti y que él acabó (cien metros de largo, cincuenta de ancho y tres naves centrales de casi veinte metros de altura). Otro es el Rameseo, su colosal templo funerario en Tebas, de trescientos metros de largo y ciento cincuenta de ancho.

Pero quizás debamos viajar hasta Nubia, a Abu Simbel, para conocer el ejemplo más sobresaliente y con más carga ideológica del ambicioso plan de obras del faraón. En las trepidantes paredes naturales contiguas al Nilo, cuando éste se acerca a la segunda catarata, ordenó excavar dos enormes hipogeos (templos-gruta) dedicados a él mismo y a la reina Nefertari. Estos sacralizaban el enclave natural donde, según la visión del faraón, se iniciaba el fenómeno de la inundación anual, cuya buena marcha era una de las obligaciones principales que los egipcios atribuían a su rey, quien –hay que recordarlo– actuaba de enlace entre lo humano y lo divino. Toda una compleja teología se articuló en torno a la posición geográfica de los templos y determinó su iconografía interior.

La evidente obsesión de este faraón por construir se debió, sobre todo, a la juventud de la dinastía ramésida (apenas alcanzaba dos décadas), que con sus antecesores no había legado grandes monumentos: los pocos que habían levantado eran muy impersonales, carentes de impronta propia. Además, la familia reinante procedía del este del país (se ha especulado con que tuvieran sangre extranjera), por lo que se entiende todavía más que surgiera uno de ellos –en este caso Ramsés II– que quisiese dejar constancia de su grandeza.

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