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PEÑA NIETO, EL POPULISMO Y EL PEJE

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Por: Felipe Guerrero

Preocupa que el presidente Enrique Peña Nieto meta de manera forzosa a la agenda un tema que a los mexicanos ni nos va ni nos viene. Y preocupa más que ante el desconcierto de los líderes mundiales, en la ONU, el más alto foro mundial, sin que venga al caso, pronuncie un discurso alertando sobre los peligros del populismo de izquierda y de derecha, como si esa organización estuviera compuesta por repúblicas bananeras o como si necesariamente las izquierdas y las derechas, y no el centrismo político, fuesen en sí mismas proclives a la concepción de populismo del mandatario mexicano.

Como si en el mundo civilizado no hubieses gobiernos de derecha y de izquierda no sólo ajenos al populismo peñista, sino democráticamente más funcionales, justos y equitativos que el PRI y el actual régimen en México. En muchas democracias en el mundo, el PRI es definido como un partido tecnócrata y de derecha, cuyos gobiernos se conducen bajo políticas neoliberales y medidas draconianas en términos de una economía favorecedora de intereses transnacionales.

Al mismo tiempo, este partido es uno de los impulsores históricos del populismo, al crear programas en los que, lo más importante, no es generar, empleo, sino quitarle el hambre a millones de mexicanos en extrema pobreza quienes, igualmente, reciben dinero en efectivo del gobierno para amortiguar la posibilidad de un levantamiento social.

¿Con qué cara entonces el Presidente Peña Nieto se para ante el más prestigiado foro mundial a hablar de populismo y a faltarle el respeto a regímenes democráticos provenientes de izquierdas y de derechas en los que los derechos humanos, la seguridad pública, el empleo, la honradez y la transparencia prevalecen? Pero además, Como se atreve el Presidente Peña Nieto hablar de las amenazas del populismo, ofreciendo la idea de que México está amenazado por este fenómeno, cuando lo que requerimos es ofrecer confianza a los inversionistas extranjeros y enviar el mensaje claro de que en este país las normas constitucionales blindan a los capitales contra cualquier riesgo de inestabilidad política y económica.

Severas críticas para un innecesario discurso que de suyo desaprovechó la tribuna de la ONU. ¿Cuál era o fue la estrategia del Presidente al pronunciar lo siguiente: «las sociedades deben estar alertas, frente quienes se aprovechan de sus riesgos y preocupaciones, ante los que siembran odio y rencor, con el único fin de cumplir sus agendas políticas y satisfacer sus ambiciones personales”. Llamó a los líderes mundiales a que en esta segunda década del Siglo XXI a no repetir los errores que tanto dolor causaron al mundo en el pasado, al contrario, dijo «es tiempo de rescatar y respaldar los principios que nos definen como personas, los altos valores que dieron origen a la ONU como son la paz, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos».

La neta, se pasó el presidente, como si en México la paz prevaleciera, los derechos humanos se respetaran y hubieses solidaridad real con los desprotegidos, en el sentido de mejorarles su bienestar social impulsando políticas públicas de empleo y desarrollo. La verdad, lo único que hizo el presidente fue seguir proyectando la imagen de Andrés Manuel López Obrador a planos internacionales, esta vez llevándola hasta la ONU, compartiendo el miedo con naciones que no desconocen la existencia del descontento social en nuestro país y el repudio manifiesto hacia la figura presidencial por los escándalos de todos conocidos.

En realidad, el Presidente Peña dejó ante la ONU la idea clara que si en este país hay descontento social y riesgos de inestabilidad política y económica, no es porque su régimen lo haya provocado, sino porque el populismo de izquierda y de derecha son los responsables.

Mientras el mundo avanza en otros niveles de reflexión de Estado, en México el maniqueísmo y la chapucería verbal conforman la vértebra de la política. La verdad, el discurso del Presidente Peña no trascendió en la ONU porque fue interpretado como una lección de moralismo de alguien invalidado por la propia realidad de su país.

Candil de la ONU y oscuridad de México. Peña Nieto no sólo trató de justificar el descontento social de México ante os países miembros de la ONU, sino que igualmente, y ya entrado, subió al ring internacional a su verdadero adversario: A Andrés Manuel López Obrador.

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