Por: José Ángel Gutiérrez
A toro pasado, después de todo lo dicho y lo ocurrido tras la decisión de Francisco Ayón de no ir al proceso por una diputación -lo que trajo consigo muchos rumores, especulación y la idea de que abandonaría el barco tricolor- mucho hay por analizar y reflexionar.
Existen personajes que nacieron para legislar y hay quienes nacieron para ejecutar, para emprender, para realizar. Francisco Ayón es sin duda de los segundos. Más allá de que sea capaz o no de atraer votos a su favor y en beneficio de su partido, Ayón ha demostrado con creces la capacidad que tiene para sacar adelante proyectos que requieren empeño y dedicación. Por algo en noviembre de 2017 la Secretaría de Educación fue la mejor calificada en la ya tradicional encuesta que realiza el periódico Mural.
Y eso no significa que esté imposibilitado para atraer votos. Simplemente, buscarlos para llegar al Congreso hubiese sido -desde mi particular punto de vista- un verdadero desperdicio.
(La popularidad del ex alcalde interino de Guadalajara no está en duda. Como todo político goza de filias y padece de fobias. Pero cuando Paco Ayón acude a algún espacio público, no son pocos los espontáneos que se acercan a saludarlo y a solicitarle se tome con ellos una fotografía. Parece que su actitud a veces parca y su imagen despreocupada, atrae a la gente. Y quienes ya lo conocen, admiran su capacidad).
A no ser que fuera por un espacio desde el Poder Ejecutivo, Ayón no debió buscar aparecer en la contienda. No -insisto- para ser diputado.
Su lugar era y debe ser el que ocupaba antes de lo vivido los últimos meses. Su espacio natural está en el gobierno del Estado, junto a su amigo y líder político, Aristóteles Sandoval. Y su lugar debe ser la Secretaría de Educación, donde este sexenio se registraron avances y donde el gobierno estatal debe cerrar con buenos resultados porque de ya, es uno de los logros que a la postre harán que la gestión de Aristóteles Sandoval sea recordada.
Justo por eso es normal y muy comprensible que el gobernador quiera que Ayón regrese al lugar donde se ha tenido el mejor desempeño.
Lo demás, debe quedar en el anecdotario. Ni más ni menos. Porque para el gobernador y su equipo el tiempo apremia. Quedan pocos meses y aún muchos pendientes por apuntalar. Por eso, Aristóteles no puede darse el lujo de quedarse sin su equipo cercano.
Tras el esperado tuit en el que Francisco Ayón daría a conocer su decisión, mismo que al final dedicó a ratificar su lealtad hacia Aristóteles Sandoval, no pocos se mostraron decepcionados. Esperaban más. Seguramente un rompimiento. Pero los cercanos al gobernador, aplaudieron la decisión. Lo importante para el equipo de Aristóteles es eso, que se conserve unido. Ni al gobernador ni a nadie le convendría que se desgrane la mazorca. No en el primer círculo y menos con alguien tan cercano como Ayón.
Y en esa misma tónica, ninguno de ellos puede ni debe detenerse para ver quién gana y quién pierde. En su lógica, conservar esa unidad es a todas luces ganar, es sumar en tiempos en que los priistas parecía que comenzaban a acostumbrarse a solo ver restas y divisiones.
Qué sigue? Cuál es ahora el reto? De confirmar el gobernador el regreso de Francisco Ayón a la Secretaría de Educación, éste tendrá que trabajar. Solo eso, trabajar como lo venía haciendo para que no se pierda lo logrado y para cerrar bien en el área que ha registrado al momento buenos resultados, al grado que se reconoce a Jalisco como uno de los Estados con el mayor avance en el marco de la Reforma Educativa.
Ese es el camino que debe seguir, blindando a la educación de la política. Demostrando que en esta materia, Jalisco va en serio incluso más allá de los colores partidistas.
Y en apariencia, todos coinciden en ello. Baste mirar lo ocurrido días atrás en el evento de Mexicanos Primero, al que acudieron los cuatro principales candidatos a la gubernatura.
Ahí dejaron patente que en torno a la educación, Jalisco ha cerrado filas.
