Nicusor Dan, candidato centrista y defensor de la Unión Europea, conquistó la presidencia de Rumania en una elección marcada por la polarización y el contexto geopolítico. La victoria, con más del 53% de los votos, representa un giro hacia posiciones prooccidentales en un país que enfrentaba una crisis política tras la cancelación de elecciones anteriores.
El enfrentamiento electoral fue contra George Simion, líder de la ultraderecha y candidato de la Alianza para la Unidad de los Rumanos (AUR), quien en la primera ronda había liderado con una campaña de corte nacionalista y populista, similar en estilo a la estrategia adoptada por Donald Trump en Estados Unidos. Sin embargo, en la segunda vuelta, la tendencia se invirtió, favoreciendo a Dan, conocido por su postura favorable a la integración europea y a la reforma política.
La participación electoral alcanzó el 64%, un aumento respecto a la primera ronda, y más de 1.6 millones de votos en el extranjero apoyaron mayoritariamente a Dan. La movilización ciudadana fue notable, con manifestaciones en Bucarest donde miles de seguidores celebraron la victoria, ondeando banderas europeas y expresando esperanza en un futuro alineado con los valores democráticos occidentales.
En su discurso de victoria, Dan agradeció a sus seguidores y dirigió un mensaje de unidad, resaltando la importancia de construir un Rumania inclusiva y solidaria, sin divisiones políticas. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, felicitó al mandatario electo, destacando que los rumanos optaron por una agenda de apertura y prosperidad en el marco de una Europa fuerte.
El resultado refleja además un rechazo a la influencia de la ultraderecha, que en años recientes ha obtenido apoyo en Europa en respuesta a crisis económicas y desafección hacia los partidos tradicionales. La campaña de Simion, quien en la primera ronda prometió alianzas con figuras controvertidas y cuestionó la integración europea, no logró consolidar su liderazgo en la segunda vuelta, reconociendo su derrota en redes sociales.
Este proceso electoral sitúa a Rumania en un momento decisivo, con un panorama político en transformación y una ciudadanía que, pese a las divisiones, ha manifestado su preferencia por un rumbo pro occidental. La presidencia de Dan, que durará cinco años, deberá además nombrar un nuevo primer ministro, tras la renuncia de Marcel Ciolacu, en un contexto de expectativas de continuidad en la política exterior y en las reformas internas del país.