Jerusalén — Un ataque armado perpetrado por dos palestinos en la intersección de Ramot, al norte de Jerusalén, dejó seis personas muertas y más de una docena de heridos, en lo que autoridades israelíes han calificado como el atentado más letal en la ciudad en años recientes. El hecho, ocurrido la mañana del lunes, ha intensificado las tensiones en la región y ha sido interpretado por el gobierno israelí como parte de una ofensiva terrorista en expansión.
Según informes de la Policía, los agresores —originarios de comunidades cercanas a Ramallah, en Cisjordania— abrieron fuego con armas automáticas improvisadas contra un autobús recién llegado a la estación. La rápida reacción de un soldado y un civil armado permitió neutralizar a los atacantes en el lugar. Ambos eran jóvenes menores de 21 años y no contaban con antecedentes penales.
Tras el atentado, fuerzas militares israelíes desplegaron operativos en Jerusalén Este y sitiaron las localidades de origen de los agresores en Cisjordania, en busca de posibles cómplices. El primer ministro Benjamin Netanyahu acudió personalmente a la escena del crimen, acompañado por el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir. Desde ahí, el mandatario declaró que el ataque confirma que Israel enfrenta “una guerra contra el terrorismo en múltiples frentes”, incluyendo Gaza, Judea y Samaria —nombre con el que el gobierno israelí se refiere a Cisjordania.
Ben-Gvir, por su parte, elogió la intervención del civil que repelió el ataque y aprovechó el momento para impulsar su propuesta de ampliar la portación de armas entre la población civil, afirmando que “las armas salvan vidas”.
La Autoridad Nacional Palestina emitió un comunicado condenando el atentado y rechazando cualquier tipo de violencia contra civiles, mientras que grupos como Hamás y la Yihad Islámica celebraron el ataque, calificándolo como una respuesta a los “crímenes de ocupación” cometidos contra el pueblo palestino.
El atentado ocurre en un contexto de creciente militarización en Cisjordania, donde el conflicto en Gaza ha derivado en un aumento de operaciones de seguridad israelíes y en la expansión de asentamientos, profundizando la tensión entre ambas partes.