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MITO Y EXPECTATIVAS DE LA TENENCIA VEHICULAR

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Por: Héctor Romero González

Alguna vez mi padre, impartiendo una cátedra de derecho fiscal, citó a Jean-Baptiste Colbert, ministro de Luis XVI, quien decía que “el arte de recaudar impuestos consiste en desplumar al ganso obteniendo la mayor cantidad de plumas con el mínimo de graznidos”.

Este principio se ha reflejado claramente en la política tributaria mexicana contemporánea, donde las decisiones sobre qué gravar con tasas de impuesto han dependido, en gran medida, del clamor social, sin que se analicen las repercusiones financieras y sociales con seriedad.

Probablemente uno de los impuestos que más ha sido criticado y vilipendiado en nuestro país es el relativo a la tenencia o uso vehicular (coloquialmente conocido simplemente como tenencia), del cual, incorrectamente nos han dicho que se creó como una contribución de carácter temporal para financiar los Juegos Olímpicos de México 1968.

La realidad es que se creó desde 1961 como un impuesto federal, mediante su incorporación en el artículo 13 de la Ley de Ingresos de la Federación para el año 1962, por decreto del Presidente de la República, Adolfo López Mateos, sin que se expresara en disposición alguna que tenía por objeto recaudar suficientes recursos para financiar la justa olímpica.

Al año inmediatamente siguiente, con la intención de regular con la debida amplitud las bases indispensables para el cobro del nuevo impuesto, presentó una Iniciativa para expedir la Ley del Impuesto sobre Tenencia o Uso de Automóviles, manifestando que la experiencia había demostrado la conveniencia de conservar ese impuesto, principalmente por la facilidad para su recaudación. La motivación era meramente económica y financiera.

No obstante, ante el creciente parque vehicular, cada vez eran más los mexicanos que debían pagar este impuesto a la federación, lo que aumentó los “graznidos” de la sociedad. Por ello, para justificar su permanencia, en 1974 se estableció participación del 30% de la recaudación a los estados y al Distrito Federal y a su vez las entidades federativas a los municipios.

El gran impacto que este impuesto representaba en las haciendas locales hizo replantear sus alcances al entonces Presidente José López Portillo, por lo que en 1980 se expide una nueva ley que regula la tenencia, incorporando también el cobro respecto de motocicletas terrestres y acuáticas, helicópteros, veleros, embarcaciones, esquíes acuáticos motorizados y aeronaves.

En 2007, de los ingresos de las entidades federativas, sin incluir el Distrito Federal, en general, aproximadamente el 40% eran tributarios, de los cuales cerca del 60% provenía de los impuestos a la tenencia o uso de vehículos y del impuesto sobre automóviles nuevos, ya que, para entonces, derivado del pacto de coordinación fiscal, las entidades administraban y percibían la totalidad de esos impuestos.

Si bien en el debate sobre la tenencia tradicionalmente se consideraban únicamente aspectos económicos y la importancia que representaba para las finanzas locales, la realidad es que este impuesto cumple también con un fin extra fiscal, consistente en desincentivar el uso del vehículo.

No obstante, derivado de una añeja propuesta de campaña y como medida para mejorar su percepción social, Felipe Calderón desaparece la tenencia como impuesto federal en 2007, con efectos a partir de 2012. A pesar de ello, la SHCP exhortó a las entidades federativas a retomar el mismo impuesto, aunque ahora con el carácter estatal, es decir, el presidente endosó el costo político hacia los mandatarios estatales. Esto ocasionó que exista una grave heterogeneidad en la regulación del impuesto, provocando que simplemente se crucen las fronteras estatales para adquirir vehículos, ya que varios gobernadores rehuyeron al posible reclamo de los ciudadanos, “pateando el bote” a costa de la salud de las finanzas públicas de sus estados.

Las repercusiones de la eliminación de la tenencia son notorias si analizamos el crecimiento del parque vehicular, el cual pasó de 34’875,837 en 2012 hasta 45’476,133 en 2017.

Apenas hace algunas semanas el subsecretario de Hacienda Arturo Herrera comentaba sobre la posibilidad de la re federalización de la tenencia, lo cual, lamentablemente fue desmentido por el Presidente de la República. Digo lo anterior ya que la federalización del impuesto evitaría que, con motivo del costo político, se hayan generado paraísos fiscales, dañando las haciendas públicas.

Si queremos transitar hacia una movilidad sustentable, un paso fundamental es disminuir el aumento en la adquisición de vehículos y limitar las motivaciones de la población para su uso. ¿Qué mejor manera que hacer que cueste más?

Es una gran solución para fortalecer la recaudación del Estado y además de contener los efectos negativos del excesivo parque vehicular sobre el medio ambiente local.

@hecromg

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2