Los zoólogos llevan décadas preguntándose por qué algunos animales, como los delfines o nuestra propia especie, han desarrollado cerebros de gran tamaño en comparación con el de todo su organismo, mientras que otros, como la ballena azul, por ejemplo, poseen unos sesos relativamente pequeños. En general, se ha venido aceptando que los primeros presentan habilidades cognitivas más desarrolladas, lo que los haría más inteligentes. No obstante, se trata de un asunto controvertido, pues hasta el momento no se han llevado a cabo muchos ensayos que profundicen en este sentido.
Ahora, un amplio estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences parece confirmar esta hipótesis. En él, un equipo de ecólogos y biólogos de distintas instituciones estadounidenses, coordinado por la profesora Sarah Benson-Amram, del Departamento de Zoología y Fisiología de la Universidad de Wyoming, muestra que los mamíferos carnívoros con grandes sesos resuelven mejor los problemas que se les presentan.
Para determinarlo, han estudiado a 140 animales de 39 especies, entre ellos osos polares, tigres, hienas, lobos… A todos se les puso la misma prueba: tenían 30 minutos para averiguar cómo extraer su comida favorita de un recipiente metálico cerrado. Para ello, debían deslizar un pasador que mantenía sujeta la puerta. El experimento demostró que las especies con cerebros de mayor tamaño tenían más éxito. Entre todos los animales, los osos fueron los que mejor superaron el reto: lo lograron el 70% de las veces. Por el contrario, ni una de las suricatas y mangostas que lo intentaron lo consiguió.
No obstante, los investigadores señalan que el factor determinante no es el tamaño corporal del animal. De hecho, los individuos más pequeños se mostraron, en general, más perspicaces que los grandes. Los científicos tampoco encontraron que las especies con mayor destreza manual o social resolvieran mejor el problema.
