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Los alarmantes detalles del ingente desperdicio de comida en Estados Unidos

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En Estados Unidos se pierden cada día ingentes cantidades de alimentos, ya sea porque se desechan y acaban en la basura o porque, en ocasiones, ni siquiera llegan a ofrecerse a los consumidores y se quedan desperdiciados en el proceso de su cosecha o recolección.

Ese es el tema del documental ‘Wasted! The Story of Food Waste’ presentado en el Festival de Tribeca y producido por el célebre chef y figura de la TV Anthony Bourdain. En él se indica que, cada año, 1,300 millones de toneladas de comida, con un valor de 218,000 millones de dólares, se pierden y nunca llegan a ser consumidas por la población. Un desperdicio que no sólo es una merma económica sustancial sino que, sobre todo, resulta moralmente impactante al considerar las millones de personas que padecen hambre en el mundo, incluidos muchos en los países desarrollados.

Además, el desperdicio de comida va más allá de lo que una persona deja en el plato y acaba en el basurero, aunque ese desecho es de un nivel inmenso y podría ser prevenido. Al comentar sobre ese documental, la revista Newsweek presenta varias consideraciones sobre el desperdicio de alimentos que ilustran algunas de sus causas y consecuencias.

Por ejemplo, se indica que una familia estadounidense promedio gasta 1,500 dólares al año en alimentos que acaban en la basura. Y no solo porque el comensal no se termina el plato y el sobrante se va a la basura sino porque la forma en que muchos productos despliegan información sería equívoca. Muchas etiquetas con datos como “Mejor antes de…” o “Venderse antes de…” le sugieren al consumidor que después del día indicado la comida ya no sería apta, lo que no necesariamente es verdad. Por ello, mucha comida se desecha por interpretaciones equívocas de etiquetas.

Además, el 90% de todos los alimentos desechados acaban siendo enterrados, por lo que no solo se pierden para usos adicionales o de reciclaje sino que, en su descomposición, generan gas metano que incide en el calentamiento global.

El problema del desperdicio de comida tiene, además, otra punzante arista que no es del lado del consumidor. Como se comenta en la reseña de Newsweek, muchas frutas y verduras que son cosechados se descartan y nunca llegan al mercado porque no lucen todo lo ‘bonitas’ que los supermercados exigen y que el consumidor reclama. Pequeñas magulladuras, descoloraciones o formas distintas bastan para que un vegetal sea desechado, o incluso se deje sin cosechar, por no ser compatible con los caprichos del mercado. Una cantidad de alimentos inmensa, que podría beneficiar a millones.

Algo similar sucede, se indica en Wasted!, en la pesca: al capturar camarones, por ejemplo, en las redes caen también muchas otras especies que son comestibles y valiosas pero que, al no coincidir con los gustos o requerimientos del consumidor o de los mercados, se descartan con enorme pérdida para el ecosistema y para las posibilidades de alimentación.

Y los granos, que podrían alimentar a millones, son usados en Estados Unidos primordialmente como comida para animales. Un dato singular de las Naciones Unidas citado en Newsweek es que si en la ganadería en Estados Unidos se dejara de alimentar con maíz y soya a los cerdos y se usara para ello alimentos reciclados (como sucede en Japón) se podría alimentar a 3 mil millones de personas.

Eso es especialmente crítico si se considera que tan solo en Estados Unidos, un país muy rico que produce ingentes cantidades de alimentos, 42.2 millones de personas, entre ellos 13.1 millones de niños, viven en hogares que no tienen asegurada su alimentación diaria, según datos de 2015 de la organización Feeding America.

Por ello, cambiar la relación entre las personas, los mercados y la producción y consumo de alimentos es crucial, y además de que podría aliviar el hambre de enormes poblaciones y proteger el medio ambiente podría también desarrollar nuevas oportunidades de negocio y mejores ganancias.

Es una cuestión de variar el menú del derroche y el desperdicio y pasar a otro más inteligente y moralmente sólido.

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