Por: Fernando Plascencia
Muchas series y películas post apocalípticas nos han mostrado, sin que nos hayamos detenido a preguntarnos, que muchos servicios públicos no paran por más catástrofes y tragedias que ocurran.
Abrir la llave del grifo, encender los interruptores de la energía eléctrica o incluso contar con combustibles, aunque esto no dependa en su totalidad del Estado, son ejemplos de servicios que no cesan sin que sepamos quiénes, en esos casos de la ficción, son los que los proveen.
Es tema es relevante porque hace unos días el gobernador de Jalisco señaló, y pocos días después rectificó lo dicho en un video de redes sociales, que un servicio público, a saber, la búsqueda de personas desaparecidas, sería suspendido hasta lograr ciertas condiciones de seguridad para los elementos. ¿Es posible que se suspendan algunos servicios públicos porque el gobernador lo dice?
Son muchas las personas que sostienen que el Estado no debe dejar de buscar, es decir, que bajo ningún motivo se debe detener un servicio que se brinda para satisfacer una necesidad de la vida de la población con recursos públicos. Pero, ¿eso no ocurre de manera cotidiana en Jalisco?
Sabemos por diversas fuentes que el servicio de agua se detiene seguido en muchas colonias, que no pasan los camiones de la basura en Guadalajara y Tonalá y por otro lado, que muchos programas sociales son suspendidos en temporadas vacacionales.
Los teóricos de los servicios públicos señalan que los mismos por lo menos deben ser permanentes, es decir que no tengan lapsos donde se detengan; no deben perseguir fines de lucro, aunque decenas de funcionarios hagan lo contrario; se adhieran a una mecánica administrativa, es decir, que son vigilados para mejorar su rendimiento y generalmente los brinda una organización pública, salvo cuando se otorgan concesiones, pero no dejan de ser tutelados por el Estado.
Aun con esta teoría, podemos preguntarnos qué sucederá si algún buen día se le ocurre a uno de nuestros gobernantes detener un servicio público como en esta ocasión.
Con las características debería bastarnos para afirmar que los servicios públicos no deberían parar, mucho menos uno tan necesario como el de buscar personas desaparecidas. De mucho debe servir que existan instituciones especializadas para cumplir las obligaciones de los Estados.
Y para variar, los servicios públicos no cuentan con una categorización exacta en la academia que pueda echarles la mano a los gobiernos en turno. Sin embargo, en lo que sí se puede crear consenso es que muchos de ellos son permanentes y no temporales, sin dar oportunidad para que se suspendan en el tiempo, que otros son esenciales para vivir, para llevar una vida digna y para crear desarrollo en el estado, también que unos son obligatorios porque las mismas leyes lo mandatan y esto hace que no queden a discrecionalidad.
Lo ideal sería que los servicios públicos proviniesen de fuentes inagotables de recursos, para que, en primera, los gobiernos no se preocupasen de su estabilidad, y en segunda para que la ciudadanía quedara siempre protegida. Sin embargo, en lo que encontramos esa fuente, los que solemos leer sobre lo público, queremos escuchar un debate abierto que nos responda cuáles no son los servicios que no deben parar y cuáles otros, por la naturaleza emergente de la realidad, se impulsarán con mayor recurso para no volver a escuchar que uno ya no estará en la jugada.