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Las buenas noticias también nos pueden “romper el corazón”

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¿Te vas a declarar? ¿Te han ascendido? ¿Por fin has decidido que estás preparado para tener hijos? Genial, fantástico, ¡enhorabuena! Pero… mejor contente, no se lo sueltes a bocajarro.

Mucho cuidadito con lo que dices, aunque sea bueno. Los sentimientos nos afectan físicamente y la emoción desbordada puede hacer que ella pase del OMG al ‘”Cariño, no puedo respirar, ¡llama a una ambulancia!’

Y es que los episodios de felicidad extrema nos ponen al borde del infarto, literalmente. Asimilar una buena noticia así de repente, después de años esperando, no es fácil.

Aparte de la muerte de un ser querido y la enfermedad, una ruptura sentimental o que te despidan son los algunos de los peores trances a los que tenemos que hacer frente en la vida. Pero hay otros ‘pequeños’ disgustos que pueden hacer mella en nuestro corazón como un varapalo económico o la traición de un amigo de la infancia.

Este tipo de situaciones pueden provocar el denominado ‘síndrome del corazón roto’, también conocido como ‘síndrome Takotsubo’.

Cuando alguien dice que “está hecho polvo”, que se le ha roto el corazón o que lo tiene “hecho añicos” es literal.

Se trata de un trastorno pasajero que cursa con una debilidad cardíaca transitoria, en la cual la parte del corazón afectada (el ventrículo izquierdo) adquiere una forma similar a la de la vasija. Y se le denominó ‘síndrome Tako-Tsubo’ porque así se llama una vasija usada tradicionalmente entre los pescadores nipones para atrapar pulpos.

El ‘síndrome del corazón roto’ (descrito por primera vez en los años 90) se produce en personas sanas y su pronóstico suele ser bueno, ya que casi todos los que lo sufren se recuperan, sin secuelas, en unas cuantas semanas.

Pero resulta, aquí está lo sorprendente de la noticia, que estos ‘amagos’ de infarto o accidentes cardiovasculares también pueden ser una consecuencia de un subidón provocado por una buena noticia.

Es decir, que los acontecimientos vitales (sean malos o buenos) tienen un impacto brutal en nuestra salud.

Lo confirma un estudio publicado en ‘European Heart Journal’, según el cual una fiesta sorpresa, una boda, el triunfo de tu equipo favorito o el nacimiento de un bebé pueden generar episodios de estrés muy fuertes y repentinos.

Estos desajustes emocionales pueden llegar a desencadenar los mismos síntomas que el infarto de miocardio, pero sin sus graves consecuencias. Es decir que ante una buena noticia podemos sobre-excitarnos y sufrir ataques incontrolables de euforia repentina, palpitaciones, sudores fríos, quedarnos como paralizados y tener dificultades para respirar, marearnos, sentir náuseas, etc.

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