Todos los días, desde las seis de la mañana, Eduardo Román se enfunda en su traje de limpieza y se quita el miedo y el estrés que todavía le genera el manejo de residuos peligrosos que generan el centenar de enfermos de COVID-19 en el Hospital Juárez de México.
Román forma parte, desde hace casi una década, del departamento de Residuos Peligrosos Biológicos Infecciosos (RPBI) del centro médico. Un trabajo que puede parecer sencillo pero es fundamental para evitar que el coronavirus se propague entre el personal y en otras áreas del inmueble.