De acuerdo con un estudio reciente de UNICEF, el 50% de los niños y adolescentes en México han sufrido algún método de disciplina violenta en sus hogares, lo que evidencia un problema profundo en las prácticas de crianza y protección infantil en el país. La encuesta también señala que un 11% de los padres considera que el castigo físico es necesario para educar a sus hijos, una percepción que perpetúa las prácticas dañinas y limita el respeto de los derechos de la infancia.
El informe destaca que los patrones de violencia más comunes involucran castigos corporales, violencia psicológica y, en algunos casos, sexualidad, afectando el bienestar emocional y físico de los menores. Testimonios de niños y adultos reflejan experiencias como golpes, gritos y humillaciones, que dejan huellas profundas en su desarrollo psicosocial. Manuel Ocaranza, de 55 años, recuerda: “Sólo recuerdo a mi padre pegándome, mi madre gritándome y a ambos demeritando mis logros”. Por su parte, Lucía Cárdenas, de 64 años, comparte: “Mi papá comprándome un juguete después de una noche en la que me agarró a cinturazos”.
Frente a esta problemática, UNICEF en alianza con el DIF Nacional y varias entidades estatales, impulsa el programa Crianza con Conciencia Positiva, basado en el modelo internacional de Paternidad, Crianza y Liderazgo (PLH). Este programa promueve prácticas de cuidado, protección y formación armónicas, sin recurrir a castigos físicos ni tratos humillantes, buscando un cambio cultural en las formas de educar a los menores.
Expertos en psicología, como Cristina Hernández Ambriz, señalan que “no hemos logrado un cambio de cultura respecto del respeto infantil. Aunque conocemos los derechos de los niños, aún prevalece la idea de que la violencia es una forma aceptable de disciplina”. Asimismo, la falta de acceso a servicios de salud mental asequibles agrava la situación, dejando a muchos sin la posibilidad de atender heridas emocionales y psicológicas.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2022 revela que aún existe resistencia a abandonar las prácticas violentas, y que las heridas del pasado y las actitudes de los adultos continúan afectando la salud mental y el comportamiento de la niñez mexicana. La problemática requiere de una atención urgente y de un cambio de paradigma en la crianza, orientado hacia el respeto y la protección de los derechos de los niños, para construir una sociedad más justa y saludable.
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