Inicio COLUMNAS La protesta social ¿legítima o prefabricada?

La protesta social ¿legítima o prefabricada?

1507
0

Por: Carlos Anguiano Zamudio

El incremento de la tensión social que se ha venido dando en las últimas semanas, merece ser analizado desde dos diferentes enfoques:

1. el hartazgo social natural, proveniente del desgaste del gobierno en su quinto año de ejercicio, aunado al recuento histórico de otros gobiernos anteriores.
2. la manipulación artificial y la articulación orquestada de protestas, paros, plantones y mítines.

Es notorio el malestar popular natural ante las medidas económicas recientes. Y es obvio ya, que algunos personajes desde la oposición, incluso aspirantes a la Presidencia de México en 2018, han sido identificados por la Comisión Nacional de Seguridad Pública (CNS), como promotores de los movimientos contra el gasolinazo, entre ellos, Andrés Manuel López Obrador, Presidente del partido MORENA, Alfredo Lozoya Santillán, alcalde de Parral, Chihuahua, Gerardo Fernández de Noroña y otros más, pues promueven y alientan a grupos de activistas sociales y liderazgos territoriales, para que inicien protestas, difundan mensajes opositores y contestatarios contra el gobierno.

Parece evidente que la cantidad de personas que acuden a marchas y paros, es mucho menor a la inquietud y al rechazo; también lo es, que quienes encabezan gran parte de las protestas, son agitadores experimentados. Hoy podemos encontrar voces desde la sociedad civil emergentes y de espontánea aparición, pero quienes alzan la voz calentando las protestas con fervor, son activistas dirigidos, que hoy protestan contra el gasolinazo, pero en múltiples casos llevan años convertidos en protesta-todo, debidamente organizados y patrocinados.

Destaco nuevamente que liberar el precio de los combustibles avivó el reclamo social, pues es un nuevo apretón en la economía de las familias, y eso no está en tela de juicio. Es necesario observar que el gobierno de la República, presenta algunos signos de desgaste institucional y transita en un contexto social de anti política. Lo ideal es invitar a todos a que no se recurra a la violencia, a preservar el respeto a la ley, a no afectar a la comunidad. Los actos de protesta no deben de ser vandálicos ni dar pie a la delincuencia.

Hoy más que nunca, tenemos una clase media urbana joven, que se ha vuelto apartidista, contestataria. Ellos demandan de manera permanente más servicios sociales, más participación, más calidad de servicios públicos, que el mérito sea compensado y que no se favorezca a los privilegiados de la elite política.

En la capitalización política del descontento, las redes sociales han jugado un rol predominante. El activismo se ha potencializado por la combinación de Google, Twitter, Facebook, Youtube, en manos de ciudadanos armados con modernos teléfonos celulares, convertidos en terminales informativas que se organizan espontáneamente en red, comunicando textos, fotos, memes y videos que se vuelven materiales deseados y esperados por cantidades masivas de usuarios en la red, haciéndolos virales al recorrer los hilos invisibles de Internet a una velocidad e intensidad incontrolables y sin censura.

Los activistas internautas, son ciudadanos con formación y con capacidad para transmitir mensajes provocadores e inteligentes, fáciles de captar, que no dependen de los medios impresos ni de los radiofónicos o televisivos nacionales, propensos a depender económica, ideológica o estructuralmente de organizaciones o personas con intereses político electorales. Cuando logran conectar una idea, los usuarios buscarán espontáneamente una nueva persona con la cual compartirla. Son los influencers en la red, los que consiguen inducir al viralizar los contenidos que luego, pasarán a los contactos de sus contactos, sin necesidad de pedir ayuda ni brindar muchas explicaciones.

El riesgo de promover el descontento, conlleva a la pérdida de control de los grupos participantes. Aún estamos lejos de poder catalogar las manifestaciones y las expresiones emergentes como un genuino y auténtico movimiento social. Aún nos mantenemos lejos de una real crisis de gobernabilidad. Aún hay obediencia al estado y la estabilidad del mismo prevalece. Sin embargo, los políticos que organizan la impaciencia social, podrían llevar en el pecado la penitencia: la animadversión social, pese a tener detectados a sus villanos favoritos, incuba y fermenta el rechazo al régimen completo y al sistema de partidos, situación donde no hay ganadores y que afectaría al sistema político mexicano completo.

En términos alegóricos, es como dar de comer a un cachorro de tigre, que crece muy rápido, que por su instinto y naturaleza depredadora, está propenso a desconocer y a atacar a quien lo enjauló y lo retiene. La naturaleza del opositodo es perversa y no sabe cuándo debe detenerse.

www.inteligenciapolitica.org
@carlosanguianoz en Twitter

Comments

comments

Artículo anteriorComisaría de Guadalajara realiza investigación interna sobre incidente ocurrido afuera del estadio
Artículo siguienteLas primeras impresiones sí cuentan, y mucho
Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2