La Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó que, ante la disminución de fondos provenientes de Estados Unidos, se verá en la necesidad de reducir en un 50% sus departamentos y personal directivo, con el objetivo de ajustar su presupuesto y garantizar su sostenibilidad. La organización enfrenta una significativa crisis financiera tras la decisión del gobierno estadounidense de reducir su apoyo, lo que ha llevado a una reformulación del presupuesto bienal 2026-2027, que ahora se estima en 4.200 millones de dólares, frente a los 5.300 millones inicialmente proyectados.
El recorte de fondos coincide con una disminución paralela en la ayuda internacional de EE.UU., afectando la capacidad de respuesta en al menos setenta países donde la OMS desempeña un papel crucial en la atención sanitaria. En la apertura de la asamblea anual, el director general de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, manifestó que no existe otra alternativa que reducir personal y priorizar recursos, ya que la organización no puede cumplir con todas las demandas de los países miembros con los recursos disponibles.
Se estima que la brecha presupuestaria para el período 2026-2027 alcanza los 500 millones de dólares. En este marco, los Estados miembros deberán aprobar en la asamblea un presupuesto reducido en un 21% respecto a las proyecciones previas, comprometiéndose además a dotar a la organización con estos recursos limitados. La crisis financiera que atraviesa la OMS se agravó después de que Estados Unidos, su principal contribuyente, decidiera en el pasado retirarse, una decisión que fue revertida por la administración de Joe Biden.
Para hacer frente a estos desafíos, la OMS ha impulsado una serie de reformas financieras, incluyendo el aumento progresivo de las contribuciones obligatorias, que en la actualidad deberían representar al menos el 50% del presupuesto total. Sin embargo, aún con estas medidas, la organización calcula que solo podrá asegurar aproximadamente el 60% de sus necesidades presupuestarias (unos 2.600 millones de dólares), dejando una brecha de 1.700 millones.
Tedros advirtió que movilizar estos recursos será complicado, especialmente en un contexto donde los gastos militares en el mundo superan ampliamente las necesidades sanitarias. La reducción de fondos coincide con un aumento en las necesidades sanitarias en países vulnerables, donde el acceso a tratamientos, la continuidad de servicios y los empleos en el sector salud se ven gravemente afectados, generando un impacto negativo en la atención sanitaria global.
La situación actual representa un reto sin precedentes para la OMS, que busca mantener su misión en un escenario de recursos restringidos y prioridades comprimidas, en un momento en que la cooperación internacional y el fortalecimiento de los sistemas de salud son más necesarios que nunca.