Han pasado veinte años desde que Camilo Lara (1949) creó el Instituto Mexicano del Sonido, desde entonces y hasta la fecha quien en un pasado que parece remoto tuvo un puesto directivo en EMI Music, no ha dejado de trabajar y estirar al máximo lo que entiende por música made in México.
A través de discos como Méjico máxico, Piñata, Soy sauce, Político o Distrito Federal, y de colaboraciones con artistas como los Beastie Boys o Run The Jewels, Lara se ha convertido en uno de los músicos más interesantes del país. Su forma de llevar la cumbia y el hip hop a niveles poco imaginables ha trascendido las fronteras.
A unos días del lanzamiento de Algo + Ritmo 2004-2024 (comenzará a circular el 8 de febrero), antología con algunas de sus mejores canciones y de su participación en el próximo Vive Latino, el artista hace un repaso de por las primeras dos décadas del IMS, dos décadas en las que ha habido mucho sudor e incluso sangre.
¿En algún momento pensaste que el Instituto Mexicano del Sonido llegaría a veinte años de vida?
No esperaba nada, hacía remixes bajo el nombre de IMS y el proyecto empezó a ser mi balde creativo. Todavía no tenía disco y ya contaba con varios remixes. Mi primer proyecto fue para la película Y tu mamá también, recuerdo aquella época y me veo todo el tiempo pegado a mi computadora haciendo música sin saber para qué… han pasado veinte años y sigo exactamente igual.
Tengo la impresión de que al IMS el reconocimiento le llegó primero en el extranjero, ¿fue así?
Sí, así fue el principio de mi carrera. Mi primer disco salió en España, Francia, Alemania e Inglaterra y un año después comenzó a circular en México. El Vive Latino me ayudó mucho para que la gente me entendiera; recuerdo que en un Vive me pusieron en un escenario chafón, pero se retrasó Café Tacvba y creo que la Maldita, de modo que la gente se juntó en mi show y fue memorable. Recién me habían operado de la espalda y al terminar mi hermano me dijo que llamáramos a una ambulancia porque se había abierto la herida y traía la playera llena de sangre. Cada mililitro de sangre valió la pena porque a partir de entonces las cosas cambiaron para bien.
¿A qué atribuyes el reconocimiento tardío, a que aquí estamos más familiarizados con la cumbia?
México es un país clasista y se pensaba que la cumbia era una música de pobres. Cuando en los raves pinchaba cumbia a la gente le parecía aberrante, los sonideros tampoco me invitaban porque decían que ponía música electrónica y los rockeros tampoco entendían de que iba el proyecto. Pero en el resto del mundo, en particular en Europa, siempre encontraba a alguien que me invitaba a tocar. Así fue como empezamos a crear un circuito de cumbia underground, pasaron los años y en México la gente la entendió mejor. Ahora ya es un género muy aceptado, pero creo que no fue hasta que produjimos un disco con Los Ángeles Azules cuando esto cambió, y la cumbia tomó un lugar importante en la música popular.
La realidad es que México es un más cumbiero que salsero o rockero…
Totalmente, México es un país cumbiero y eso tiene que ver con el baile, el ritmo del corazón es el ritmo de la cumbia. Para bailar salsa necesitas un posgrado porque son muchos pasos, en cambio la cumbia está en el ADN latinoamericano, nos une.
Si uno escucha la recopilación que estás por sacar a propósito de tus veinte años, se puede escuchar la elasticidad que tiene la cumbia.
Cuando terminé de hacer el disco me di cuenta de que, si bien he hecho punk rock o hip hop, mi centro ha sido México. La antología muestra mi afición a Pérez Prado, las danzoneras y la cumbia, pero al mismo tiempo siempre he tratado de que eso tenga sentido en mi vida y el momento que me tocó vivir. Intento que mi música sea como agarrar la cultura popular mexicana en plastilina y hacer un chaleco a la medida. La música mexicana es una acción en movimiento y cada quien la entiende de una manera.
¿Cómo es tu forma de ver a México?
Hay muchas visiones, no todas alegres y positivas, soy bastante crítico; pero si creo que la cultura y la música siempre han sido faros que nos guían para salir y tratar de tener un momento de luz. En la época en que hicimos el disco con Los Ángeles Azules estábamos en medio de la guerra que Calderón declaró contra el narco y siento que la cumbia era la única cosa positiva que nos estaba sucediendo, tal vez por eso mucha gente entendió que era parte de nosotros. El día que terminamos de hacer Coco, Trump fue electo presidente, en ese momento la película se volvió una carta de amor a México y en algo político. Coco salió cuando la percepción de los mexicanos era malísima porque se nos calificaba como delincuentes.
¿Cómo entiendes el momento actual de la música mexicana?
Hay muchas cabezas, por un lado, está el nihilismo; otros están un movimiento que busca reimaginar la música regional mexicana. Creo que es el momento más brillante y de fertilidad creativa en muchas décadas. Me hubiera encantado que cuando empecé a hacer música existieran artistas como Peso Pluma, pero cuando empecé no había nada, éramos una pandilla que salíamos por la noche, a veces nos iba bien, pero en otras ocasiones terminábamos en pleitos.
¿Te gustan los corridos tumbados?
Mucho, he trabajado con Natanael Cano y otros artistas, me parecen fantásticos. Siempre hay un debate sociológico sobre si los corridos tumbados imitan o invitan a nuestro momento histórico, mi opinión es que es algo que existe y debatir si son buenos o malos es absurdo. Son músicos que, como yo, adaptaron su cultura y se hicieron un chaleco a su medida. Para mí no son una moda, los corridos tienen muchos años y están tan arraigados que cuando se modernizan un poco llama mucho la atención. La gran fortaleza de la cultura mexicana está en sus raíces.
¿Cómo ha cambiado tu proceso creativo en los últimos veinte años?
En mi estudio hay viniles, libros, casetes, me visita gente que maneja muchos géneros musicales; vienen tumbados, raperos, amantes de la música prehispánica. La vida me puso como el conector de muchas cosas, estar en el estudio me mantiene despierto, todos los días grabo y me emociona seguir pensando que puedo seguir trabajando con cosas de mi comunidad. Duermo en mi casa y vivo en el estudio.
¿Qué tienes preparado para el Vive Latino?
Tocaré todos los éxitos, siempre había sido difícil hacerlo, pero ahora me apliqué para montarlos. Será un show muy bonito, estaré con Ceci Bastida y tendré muchos visuales. Me emociona mucho lo que pasará.