Por: Carlos Reyes
Muchos de mis maestros me hablaron y enseñaron en infinidad de veces sobre la gobernabilidad, había que estudiar su comportamiento para poder ser un buen asesor. Al paso de los años y ya en el ejercicio del día a día, me pude dar cuenta de que no todos los que están al frente de un gobierno, ya sea el propio titular o el gabinete, logran vislumbrar la importancia de ésta hasta que se ve erosionada, lacerada o no se puede entender qué está sucediendo en realidad, porque se enfrentan a un presente incierto en el cual comienzan a llenarse de preguntas y a tomar decisiones que no son del todo atinadas.
Nadie dijo que fuera fácil gobernar, mucho más cuando se está en campaña, porque el reto es calculado de una manera electoral y no sobre un proyecto general de futuro; para lograr su cometido contratan equipos profesionales para echar a andar toda la maquinaria electoral, a veces más de lo necesaria, y una aplicación de recursos enorme, pero no contratan a expertos para tener un excelente proyecto de gobierno y mucho menos para ayudarlos a darle rumbo, claridad y firmeza a sus políticas públicas.
La Gobernabilidad es la relación de factores políticos, económicos y sociales, esta relación trata en primer lugar de que funcionen de manera equilibrada en su propio ecosistema y que su interacción nutra las acciones sociales y públicas de gobierno para la construcción de ciudadanía, es también la distribución del poder, este que se ejerce y que toda decisión que se tome tiene alguna consecuencia favorable o desfavorable.
Ahora bien, la problemática social que tenemos hoy en día es juzgada precisamente por las decisiones que toman nuestros gobernantes, cada una de ellas equivale a un cambio favorable o desfavorable para nuestras vidas y aunque no tenemos el conocimiento de fondo del porqué son de una manera u otra, somos los ciudadanos los que cargamos con el peso de todas ellas.
No podemos olvidar que aunque estamos en Junio de 2020, veníamos de un proceso muy complejo para los gobiernos que no van a poder olvidar, marzo de 2020 dejó a su paso enormes lecciones que dejaron todas las mujeres unidas para hacerse escuchar (8 de marzo) y al otro día inmovilizar al país, lo único que le quedó a todos los gobiernos fue irse sumando a la voz y al grito de guerra que todas estuvieron dispuestas a dar para intentar que las cosas cambiaran.
Ese mismo marzo llega al Zócalo de la Ciudad de Puebla la marcha de estudiantes de medicina, fue un acto de valentía totalmente conmovedor, los hijos de muchos de nosotros estaban ahí, marchando gritando con el puño al aire consignas de libertad, justicia, “Ni un estudiante menos”, “No nos maten”, “Ni una bata Menos”.
Después 22 universidades se unieron para continuar con los paros estudiantiles y exigir al gobierno garantías esenciales, como seguridad, estado de derecho, justicia, mejorar las condiciones de las propias universidades; al paso de los días la UNAM se unió para convocar a una marcha en la CDMX y que su voz perdurara durante los diálogos para hacer realidad las legítimas exigencias. Los rectores marcharon y se unieron escuelas públicas y privadas.
Llegó la pandemia a México y a los gobiernos les cayó “como anillo al dedo”, sí efectivamente, todos los movimientos que eran visibles tuvieron que esperar, pero no desaparecer, pues el sentimiento y el espíritu, ahí estaban latentes dentro de los corazones de muchos mexicanos dispuestos a seguir adelante al costo que tenga que ser, porque todos sabemos que cuando un movimiento social toma fuerza siempre existen posibilidades de no regresar a casa.
Este domingo 31 de mayo llegó una muestra más de organización para salir una vez más a la calle y hacerse escuchar, en esta ocasión fue para demostrar el descontento con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y aunque el presidente dice que es lo natural en la vida democrática del país, olvida que estos actos son parte del equilibro que está perdiendo, es decir que si su visión está centrada en únicamente gobernar a mano alzada, seguirán los movimientos cada vez más cerca uno del otro y que finalmente afectarán a su gobierno y por lo tanto a la anhelada gobernabilidad.
Estados Unidos ha sido el epicentro de la atención del mundo por el abuso de la policía que dejó sin vida a un afroamericano, George Floyd, esto generó una enorme indignación nacional que llevó a la calle a los protestantes a exigir justicia, se dieron manifestaciones y motines a lo largo y ancho del territorio estadounidense, y entonces vuelve a llegar la pregunta, ¿y la gobernabilidad donde está? desgraciadamente está perdida.
De todos estos sucesos es necesario que nuestros gobernantes aprendan que la política de conflicto siempre generará violencia y el poder del estado será muy difícil que pueda ser restablecido, porque la fuerza que tenemos todos los ciudadanos nos puede unir para una sola causa, la de la libertad.
México es nuestra tierra, la que nos vio nacer y la que en cada uno de sus hijos un soldado nos dio, que no se olviden que la gobernabilidad está ausente cuando no se tiene la capacidad para gobernar o cuando el pueblo se torna ingobernable.
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