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La desafortunada necesidad de revisar el pacto fiscal

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Por: Abril Alcalá Padilla

Sin más preámbulo, hoy quiero manifestar mi preocupación por el trato que ha dado la federación a nuestro estado y a la comunidad científica…no sólo en el discurso sino desde sus presupuestos, hasta el menosprecio de medidas para combatir al COVID19 que, honestamente, deberían servirle de ejemplo.

Nuestro estado es la cuarta entidad federativa con más población en el país y, a pesar de ello, hoy presentamos menos casos de COVID19 que Baja California, Quintana Roo, Sinaloa, Puebla, Tabasco o Coahuila – estados que, en su mayoría tienen aproximadamente la mitad de población que el nuestro. 

Obviamente, los buenos resultados, son fruto de la cooperación de todos los jaliscienses con las medidas de distanciamiento social promovidas por Gobierno del Estado, pero la realidad es que, nuestras autoridades locales siempre han sabido –como el resto del mundo- que sin pruebas, no hay “positivos” y sin cifras reales no se genera una mayor conciencia entre la ciudadanía y difícilmente se pueden contener los casos y su contagio.

Por eso, el Gobierno de Jalisco se ha dejado guiar por la ciencia, la tecnología y la innovación para combatir de fondo al COVID19 desde el principio de la crisis incluso a contra corriente de lo que se predicaba desde Palacio Nacional. Pero en lugar de seguir su ejemplo, el Gobierno Federal decidió seguir menospreciando las recomendaciones de la OMS, los modelos matemáticas de la UNAM, las medidas de combate de países como Korea del Sur y Alemania y las constantes advertencias y llamadas de auxilio de la comunidad médica y científica.

En nuestro Estado, contamos con la Universidad de Guadalajara, quien contribuyó con el desarrollo de “Radar Jalisco”, y en el resto del país contamos con la UNAM, el Cinvestav e innumerables instituciones cuyo trabajo es imprescindible para salvar vidas a través del desarrollo de pruebas rápidas, Equipos de Protección Personal (EPP) innovadores y en general equipos más económicos para la atención de pacientes con COVID19, en lugar de tener que comprar insumos caros y de pésima calidad a China o comprar ventiladores al triple de precio con empresas estadounidenses de cuestionable reputación.

Por desgracia, nuestro Presidente en su momento calificó a científicos, académicos e investigadores mexicanos como una “mafia” para justificar sus recortes presupuestales y hoy, a pesar de haber cambiado el discurso -casi a regaña dientes, desde la declaración de Emergencia Sanitaria- la realidad es que sigue sin poner el dinero donde pone las palabras.

Por una parte, le agradezco al Presidente que reconozca que los políticos no somos  todólogos y que debemos basar nuestras decisiones para combatir el COVID19 en la experiencia del conocimiento, en los expertos, en esos investigadores del Sistema Nacional de Investigación (SNI) y Premios Nacionales de Ciencia. Nada más le recuerdo que todos ellos se han visto muy golpeados por esta administración y que incluso en estos momentos se ven afectados por la desaparición de fideicomisos que los mantenía generando conocimiento para resolver problemas sociales.

El Presidente López Obrador, el pasado 2 de abril, ordenó extinguir los fideicomisos públicos donde, entre otras cosas, se destinaban recursos necesarios para pagar centros de investigación, como los que tiene el IMSS o el ISSSTE para conocer, prevenir y erradicar enfermedades. También ahí se concentraban las becas para estudiantes de posgrado que otorga el CONACYT y para proyectos de investigación útiles ante la pandemia. Que no los engañen, queridos lectores. No todos los fideicomisos públicos son corruptos y el dinero de todos no es propiedad del Presidente para que disponga libremente de él, aún en tiempos como los que vivimos. Son, precisamente la ciencia, la tecnología y la innovación, nuestra tabla de salvación.

Los fideicomisos públicos en materia de ciencia y tecnología están perfectamente establecidos en la Ley de Ciencia y Tecnología y cuentan con controles, evaluaciones y declaraciones. Cualquier estudiante que tenga o tuvo una beca CONACYT puede dar testimonio de ello. Dichos fideicomisos permiten a las autoridades comprometer recursos públicos que no estén al capricho de los políticos o las administraciones y así garantizar que proyectos, iniciativas, centros públicos de investigación, investigadores y estudiantes, reciban financiamiento sin importar los vaivenes de la política. Al no poder disponer libremente de los recursos que se encuentran en dichos fideicomisos, el presidente López Obrador prefirió matarlos de un solo golpe.

Al desaparecer estos fideicomisos, en el caso de Jalisco, la federación deja a la deriva a los más de 1,200 profesores de la UdeG, miembros del SNI, a los más de 2,500 estudiantes que reciben becas del CONACYT y a muchos otros investigadores que comparten con orgullo la capacidad científica e innovadora de nuestro estado en el resto del país y el extranjero. En el discurso dicen que no los dejarán desprotegidos, pero a estas alturas de la emergencia, aún no saben ni cómo ni de dónde saldrá dinero para apoyarlos. No se a ustedes, pero a mí me hace dudar.

Se entiende que debido a la crisis hay que reasignar recursos a rubros prioritarios, como es la salud y la protección de la economía de las familias mexicanas, pero es precisamente por eso que me sorprende e indigna que sistemáticamente se le “corte las alas” a la ciencia, la tecnología y la innovación. ¿No se suponía que México contaría con recursos para “dar y regalar” al erradicar la corrupción gracias a uno 500 mil millones de pesos que se rescatarían del presupuesto? ¿No que habría unos 300 mil millones gracias al recorte del “copete de privilegios de altos funcionarios públicos”? ¿Dónde quedaron los 475 mil millones que el Presidente afirmaba que los políticos corruptos se robaban o el dinero que se “ahorró” gracias a la Ley de Austeridad Republicana? ¿Dónde quedó el recurso del Fondo de Emergencias Sanitarias y Crisis Económicas y el del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios? Francamente, y si me permiten la expresión, ¿dónde quedó la bolita? ¿Por qué se sacrifican sectores imprescindibles para combatir “la tormenta perfecta” que hoy se está generando en México? Y, mucho más importante, ¿por qué, ante el diluvio que se avecina, se siguen priorizando megaproyectos, o “caprichos presidenciales”, en lugar de financiar a nuestros “rescatistas”?

Si “Santa Lucía”, “El Tren Maya”, “Dos Bocas” y la compra de estadios de beisbol son las prioridades de este gobierno, es comprensible que las autoridades estatales de Jalisco, Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León se cuestionen el pacto fiscal que nos rige desde hace 40 años. No se trata meramente de un descontento con el método de redistribución de recursos en beneficio de quienes menos tienen, eso no se cuestiona, pero sí las pésimas decisiones presupuestarias de un Gobierno Federal que no parece tener claro en dónde deben estar las prioridades para salvar vidas y defender la ya dolida economía de las familias mexicanas.

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Periodista, resignado Atlista, enamorado de mi ciudad y de mi Estado. De L a V en punto de las 7am al aire @1070noticias http://bit.ly/oYJFU2