De Reino, a Estado Libre y Soberano
Por: Jorge Carrillo Sánchez
El próximo sábado 13 de junio, día de San Antonio, según los antiguos, da inicio oficialmente, de acuerdo con las tradiciones tapatías, la temporada de lluvias. Este sábado cumpliremos casi 100 años de la proclamación que dio origen al Estado Libre y Soberano de Jalisco.
Hace 199 años, los ciudadanos de lo que hasta entonces había sido la Nueva Galicia, Intendencia de Guadalajara, se unieron a pesar de todas sus diferencias en un solo proyecto, lograr la transformación de un reino en un estado libre y soberano.
Lo hicieron proponiéndose integrar tanto sus raíces culturales, históricas, sociales y religiosas, junto con los logros, avances y progreso que habían alcanzado a lo largo de tres siglos. Integraron, y no desecharon su pasado.
Estamos pues en las vísperas de cumplir en 2021, doscientos años de la Independencia de México, que comenzó el 13 de junio de 1821, adhiriéndose al Plan de Iguala, lo que entonces se llamaba Reino de la Nueva Galicia.
Cien años se cumplirán también del juramento que hicieron, el 15 de septiembre de 1921, el Ayuntamiento de Guadalajara y las corporaciones civiles y eclesiásticas residentes en esta capital a la imagen de Nuestra Señora de Zapopan, dándole el título de Generala de Armas de esta soberanía jalisciense.
Los jaliscienses de hace 200 años tenían el rasgo del trabajo constante; la verdadera cultura del esfuerzo, la perseverancia; un carácter abierto, muy solidarios con las causas sociales; sentido de autonomía, por lo que eran vistos con sospecha desde el gobierno central de la Ciudad de México, gran espontaneidad, con creatividad, con una identidad cultural muy bien consolidada, todo articulado por la amalgama de una sólida antropología cristiana.
En este contexto se inscribe el deseo de la sociedad y la clase política actual de refundar Jalisco, a través de la conformación de un Congreso Constituyente que nos dé una nueva Constitución Política y Social al Estado Libre y Soberano de Jalisco.
Las constituciones políticas son el instrumento social básico para la calidad de vida de todos, y han servido de brújula a la diversidad humana y al pluralismo cultural en constante evolución y cambio.
En nuestro estado presenciamos un divorcio entre gobernantes y gobernados que origina un fuerte clamor social que lo replantea todo y alienta, sin duda, la necesidad de refundar, como se ha propuesto, a partir de una nueva Constitución, al estado de Jalisco, con la necesidad de responder a la presión social actual para crear un nuevo pacto, derivado de la ruptura que observamos cotidianamente en la sociedad.
Hay una distancia cada vez mayor entre quienes componen las clases populares y quienes, por tener el ejercicio de la autoridad, se valen de él para servir a grupos cerrados y hasta delictivos. Atestiguamos también la impunidad y la corrupción de las instituciones públicas.
Nos gobiernan masas burocráticas insaciables y voraces, que dolosamente dejan de atender las necesidades comunitarias como la seguridad, la educación, la salud, el bienestar, las libertades y la cultura, para dedicarse a satisfacer sus intereses personales.
Una nueva constitución es una oportunidad enorme para alentar la cultura democrática, pero también es una tentación para ejercer control sobre los ciudadanos, y esto sólo lo puede impedir una sociedad civil fuerte y participativa.
Hoy vivimos una época difícil, amenazados por la ruleta rusa del contagio del Covid-19, y asolados por epidemias como el dengue, la influenza y las crisis económicas.
Miremos los buenos ejemplos de nuestros antepasados y el testimonio de muchos ciudadanos actuales, para construir una nueva sociedad jalisciense que no niegue su pasado, sino que lo integre. Nuestra gente de hace 200 años es un ejemplo de perseverancia y de fidelidad a prueba de guerras, indiferencias y persecuciones.
