El más reciente enemigo de Israel no tiene nombre, afiliación política ni armamento, sino tres rayas de color negro, blanco y verde, un triángulo rojo y un enorme peso simbólico. La bandera palestina ya es hoy habitual motivo de represión policial y pronto podría incluso convertirse en ilegal.
A mediados del mes pasado una nueva guerra se desató entre israelíes y palestinos. Una guerra sin muertos y con pocos heridos, tan vieja como el conflicto mismo y que más que territorio se disputa presencia simbólica.