Inicio de la primavera

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    En el hemisferio norte, el inicio de la primavera se da entre el 20 y el 21 de marzo y culmina alrededor del 21 de junio, cuando se produce el equinoccio de verano. En esa época, las temperaturas suben, hay más horas de sol y los paisajes se visten de multicolor. Por esto, no es de extrañar que sea una de las estaciones preferidas por la mayoría de las personas.

    Efectos por el cambio de estación

    Ya lo dice el refrán, «la primavera la sangre altera». El aumento de luz provoca cambios hormonales importantes en el estado emocional de las personas, protagonizado por un aumento de la melatonina y la serotonina que incrementan la sensación de vitalidad, alegría y potencian la actividad sexual. Durante estos meses, la gente tiene ganas de salir a la calle, disfrutar de las buenas temperaturas, hacer ejercicio y alternar en eventos sociales. También se produce un aumento del autoestima y mejora el aspecto físico.

    Aunque pueda parecer paradójico, la primavera también tiene efectos negativos en aquellos que tardan más en acostumbrarse al cambio de estación: cansancio, tristeza, irritabilidad y falta de energía; es lo que se denomina astenia primaveral. El mismo fenómeno se produce en otoño, cuando se reducen las horas de sol y bajan las temperaturas; a estas reacciones se las conoce como «síndrome postvacacional». Esto se debe, según los expertos, a que nuestro reloj circadiano necesita tiempo para adaptarse a los cambios de luz. Por suerte, en ningún caso es grave y suele remitir tras un par de semanas.

    La mayoría de las plantas realizan la polinización en primavera, convirtiéndose en un verdadero calvario para los alérgicos. Si bien es cierto que el nivel de polen varía en función de las temperaturas y de las precipitaciones, cada vez existen más fármacos que ayudan a sobrellevar los episodios alérgicos. Si estos días empiezas a notar irritación en las mucosas, te lloran los ojos y no paras de estornudar, lo mejor es que consultes a tu médico.

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